¿Y como es él?
¿En qué lugar se enamoró de ti?
12 de octubre de 1999
Giovanni ha vuelto a llamar. Sí. ¡Ha vuelto a llamar! Ha cumplido con lo dicho. Y me está esperando, junto con Alessandro, a las cuatro de la tarde en la casa. Susana me ha avisado esta mañana, y yo he saltado de alegría.
—¿Qué te pasa, cariño? ¡Como si fueras a casarte con él!
Obviamente, he tenido que controlarme un poco delante de Susana. Si no, puede sospechar cualquier cosa. No tengo intención de darle mi número de teléfono a Giovanni al segundo encuentro. Primero, porque quiero conocerle un poco más. Luego, porque corro el riesgo de tener problemas en la casa. Estoy muy controlada, y tengo miedo de los propietarios.
En esta ocasión, Alessandro ha decidido pasar una hora con Mae. Se ve que ahora le gusta. Al entrar veo a Giovanni solo, esperándome, porque una vez más yo he llegado tarde pero su sonrisa cuando aparezco en el salón me hace entender que sus ganas de verme han podido más que su impaciencia.
Esta vez nos toca estar en la habitación pequeña, ya que la suite está ocupada por Alessandro. No estamos de lo más cómodos pero no nos importa. Hacemos el amor como jamás hubiera sospechado que podía pasar en un sitio como éste. Nos dejamos llevar con todo tipo de juegos y cuando el tiempo ha llegado a su fin, Susana nos llama a la puerta para recordarnos que ya es hora de salir.
—Dame tu teléfono —me pide de repente.
—No, lo siento, no puedo —le contesto, sin dar ninguna explicación.
—¿Pero por qué? ¿No quieres volver a verme? Podrías viajar conmigo de vez en cuando. Te pagaría igual, si es lo que te preocupa.
—¡Claro que quiero volver a verte! Pero no fuera de la casa.
Y le apunto el techo con un dedo, para hacerle entender que nos están grabando.
—¿Qué te pasa?
No parece comprender nada, y me coge las manos como para suplicarme que le explique lo que está pasando.
Entonces, me pongo a buscar en mi bolso un papel y un bolígrafo, y le escribo «Hay micrófonos en la habitación».
Me coge el boli y me escribe a su vez «Dame tu teléfono, per piacere».
No se lo doy. Me muero de ganas por hacerlo, pero no sé lo que me ocurre. No se lo doy en esta ocasión. Giovanni se va, un poco triste, pero prometiéndome que volverá el 25 de noviembre para pasar una noche entera conmigo, fuera de la casa. Hasta esa fecha, queda mucho tiempo todavía, y no sé cómo voy a hacer para soportar esta ausencia. Este segundo encuentro con Giovanni me ha impactado y afectará seguramente a mi trabajo en la casa. Estoy luchando contra mi misma, porque pienso que puede ser el gran amor de mi vida, pero no sé lo que siente él. Sin duda le he gustado mucho, pero nada más. No quiero volver a jugarme la piel con un hombre. Estoy muy lejos de pensar que él se ha enamorado perdidamente de mí.