Agosto de 1999
Han pasado unos largos meses de letargo, de los que no tengo memoria. Me he encerrado en mi casa, con todos los muebles de la mudanza colocados sin orden contra las paredes. No como, no llamo a nadie, no me aseo, me dejo sencillamente llevar. Me quiero anular. Me estoy dejando morir e incluso una noche, he suplicado con todas las fuerzas que aún me quedan que mi fin no se haga esperar demasiado.