3 de marzo de 1999
Tengo que deshacerme del piso porque no puedo seguir pagando un alquiler y unos gastos tan elevados, aparte de que ya no puedo seguir viviendo aquí. Cada habitación me recuerda a Jaime y, sobre todo, sus crisis de locura. Me decido a escribir una carta a la agencia inmobiliaria para decirles que les vamos a entregar el piso debido a nuestra separación. Según el contrato, yo tengo que indemnizarles porque no ha pasado ni un año desde que he firmado. Y la única responsable soy yo, la arrendataria. Me está costando unos esfuerzos tremendos hacer todas estas pequeñas gestiones. Por las noches, empiezo a sufrir insomnio y a estar cada vez más nerviosa. Todavía mantengo algo de contacto con Carolina, quien me llama a menudo para informarme de que Jaime la está siguiendo todos los días al trabajo, pidiéndole disculpas y rogándole que le deje volver. Hasta ahora ella se ha negado. Pero sé que volverá a caer en sus brazos. Es difícil resistirse a Jaime, ella volverá con él porque tiene miedo de acabar sola y él, porque está completamente perdido y Carolina es la única persona que realmente le conoce bien.