Del Cantar de los Cantares (Canto 7)
¿Por qué miráis a
la Sulamita,
como en una danza de dos coros?
¡Qué bellos son tus pies en las sandalias,
hija de príncipe!
Las curvas de tus caderas son como collares,
obra de mano de artista.
Tu ombligo es un ánfora redonda,
donde no falta vino de mixtura.
Tu vientre, un cúmulo de trigo,
de lirios rodeado.
Tus dos pechos, como dos crías
mellizas de gacela.
Tu cuello como torre de marfil.
....
¡Qué bella eres, qué encantadora,
oh amor, oh delicias!
Tu talle se parece a la palmera,
tus pechos a los racimos.
Me dije: subiré a la palmera,
recogeré sus frutos.
¡Sean tus pechos como racimos de uvas,
el perfume de tu aliento como el de las manzanas,
tu paladar como vino generoso,
que va derecho hacia el Amado,
como fluye en los labios de los que dormitan!
Yo soy para mi Amado,
y hacia mí tiende su deseo.