La fuente del deseo
Las hormonas no solamente cumplen un papel decisivo para la reproducción, sino que además son las principales promotoras de la aparición del deseo sexual o libido. Se trata, pues, de una energía de atracción imposible de ignorar.
No obstante, la capacidad de gustar eróticamente depende de un sinnúmero de factores tanto físicos como psicológicos: me refiero a aquellos factores que generan empatía y que, en ocasiones, incluso quienes los sienten no consiguen definirlos con claridad.
De este modo, la seducción depende del carácter, de la afinidad cultural y social, y, por supuesto, de las hormonas. Además de las específicamente sexuales, es importante en este fenómeno la dopamina, que es la hormona que regula el nivel de dolor o la sensación de placer en el sistema nervioso.
La atracción, un todo muy complejo
Los motivos por los que hombres y mujeres se sienten sexualmente atraídos por otras personas son incontables, además no todos responden igual ante los mismos estímulos. Y lo mismo ocurre con las maneras de obtener satisfacción: tampoco es posible generalizar sobre sus características, ya que existen innumerables y muy diversos factores que influyen en la atracción sexual. Desde modelos estéticos que atraen especialmente a unas personas y dejan indiferentes a otras hasta empatías de carácter, singulares y distintas de cada persona.
Esto equivale a decir que el sistema hormonal, por sí solo, no gradúa el deseo o el placer sexual, ya que éstos no únicamente dependen del funcionamiento orgánico y la biología, sino que además son decisivos la mente, las emociones y otros factores exclusivos de cada individuo.
La dopamina tiene un poderoso antagonista también presente en el organismo: la prolactina. Esta hormona es la que interviene para disminuir o anular la libido, lo que genera como consecuencia la falta de deseo y la imposibilidad de sentir placer sexual.
Tu organismo elabora las hormonas naturalmente, aunque muchas de ellas también se sintetizan en laboratorios y se utilizan en tratamientos médicos para curar ciertos trastornos. Además, se emplean como suplementos de compensación si una persona tiene carencia o escasez de alguna, lo que requiere la regulación de su nivel hormonal hasta que recupere la normalidad.