Aromas incitantes
Como es bien sabido, los seres humanos somos una mezcla de naturaleza y cultura, y la primera de estas condiciones nos acerca al instintivo mundo animal. Es ese lado salvaje que permanece dormido en hombres y mujeres hasta que en el momento del deseo surge impetuoso. Es aquí donde entra el sentido del olfato.
Entre los animales, las hembras emiten un olor singular para atraer a los machos. Y lo mismo pasa en las personas, si bien de un modo más suave. En ellas también se producen ciertos fenómenos que incitan el olfato y que recuerdan el comportamiento de nuestros primeros ancestros. Así, el deseo de muchas mujeres crece al aspirar un sensual sudor masculino, producto del calor que genera el ejercicio y la tensión sexuales, y las incita a la cópula.
Por otra parte, cuando la mujer está excitada, algunas de las glándulas de su organismo comienzan a producir una sustancia con un aroma característico, que se percibe sobre todo en la vulva, el llamado “olor de mujer”, que a algunos amantes les resulta irresistible.
En las sociedades más primitivas, incluso en la actualidad, los olores que son el resultado del erotismo resultan afrodisíacos infalibles. Pero, cuando lo que prevalece es la cultura y ciertas pautas de educación, tal como ocurre en Occidente y en medios urbanos más evolucionados, las fragancias naturales de los cuerpos pueden ser percibidas como desagradables. Por eso, las parejas se inclinan por perfumar sus cuerpos por separado para gustar a sus amantes, y también por hacerlo mutuamente, tomando juntos un baño de agua aromatizada o frotando sus cuerpos con esencias agradables.
Perfumar el ambiente es asimismo un eficaz atractivo, sobre todo si se conocen las fragancias que excitan a los compañeros sexuales, y en ello influye el grado de comunicación que exista.
Lo cierto es que todo depende de las preferencias de cada individuo y de cada pareja: algunos escogen los perfumes artificiales para el cuerpo o el ambiente que son una eficaz arma de seducción y otros disfrutan del almizclado perfume de las hormonas que despiertan el erotismo.