Es el turno de ellas
Cada mujer va descubriendo sus emociones y sus sensaciones al estimularse y gana una experiencia valiosísima, que luego podrá trasladar a sus relaciones sexuales en pareja para enriquecerlas. Algunas se masturban con frecuencia y otras lo hacen más esporádicamente, según su deseo. No hay reglas fijas. Muchas van descubriendo que autoerotizarse las relaja y las hace sentir mejor en todos los terrenos de su vida.
En cuanto a las maneras de estimularse y a los puntos erógenos que prefieren excitar más o menos, no hay dos mujeres iguales, como tampoco lo son su libido y sus fantasías. (En el capítulo 9 puedes repasar todo lo relativo a las zonas erógenas, tanto de mujeres como de hombres.)
Como en el caso de los hombres, a continuación te explico
algunas técnicas muy válidas:
Entre los
muslos. Aunque ésta no es una técnica
demasiado frecuente de autoerotismo femenino, hay mujeres que la
disfrutan mucho. Se trata de poner las piernas paralelas y muy
juntas o incluso cruzadas; y así presionar rítmicamente los muslos,
al mismo tiempo que se contraen los músculos que van desde el hueso
púbico hasta el coxis. Al hacer estos movimientos, los labios
mayores y menores de la vulva se rozan y a la vez estimulan el
clítoris.
Si decides no estimular tu sexo directamente con las manos, sino usarlas para excitar otras partes de tu cuerpo, una almohada o un cojín son muy buenos aliados. Situarse encima ayuda a mover el cuerpo hacia los lados y permite cambiar la intensidad de contacto con la almohada o el cojín.
Disfrutar
sentada. Suele ser frecuente asociar sexo
y cama; sin embargo, no tiene por qué ser necesariamente así
siempre, sobre todo, porque las repeticiones y las rutinas terminan
apagando el deseo. Un sofá, un sillón o una simple silla, si ella
se sienta con las piernas abiertas, para tener los genitales al
alcance de la estimulación, son una opción diferente que puede
resultar muy gozosa. Es una posición muy cómoda para acariciarse
con una mano los labios mayores y menores, pasar luego al punto
clave del clítoris, a la vez que con la otra se excitan los pechos
y pezones.
Boca arriba y boca
abajo. Es ideal acostarse en la cama o en
un sofá, estirada o con las piernas flexionadas a la altura de las
rodillas y llevar una mano a la vulva para recorrer los labios
mayores y menores produciendo placenteras sensaciones. Los muslos
pueden estar más o menos separados o abrirlos y cerrarlos durante
la estimulación, depende de lo que produzca más goce. La otra mano
puede estimular los senos y, a medida que aumenta la excitación,
introducir un dedo en la vagina para embeberlo en su fluido natural
y lubricar el clítoris, deslizando cada vez más rápidamente la
caricia.
Infinidad de mujeres prefieren masturbarse en esta posición, porque mientras se frotan el clítoris, los pechos reciben el estímulo del roce contra las sábanas y pueden usar la otra mano para acariciarse el ano, e incluso penetrar con la yema de un dedo suavemente en su interior, ya que esta zona proporciona gran disfrute, al ser muy sensitiva.
En
cuclillas. Masturbarse en cuclillas es
una postura placentera que, además, ofrece opciones de estímulos
múltiples al mismo tiempo. Ellas pueden acariciarse los pezones e
introducir suavemente un dedo de la otra mano en la vagina, al
principio, para que luego, cuando la vulva esté bien húmeda,
excitar el clítoris con la máxima intensidad. Pero el placer puede
ser incluso triple, si lo que se introduce en la vagina es un
juguete erótico, convenientemente untado en una sustancia
lubricante; de esta forma se estará erotizando las paredes
frontales de la vagina y estimulando el punto G, a la vez que el
dedo se centra desde el inicio en el clítoris. También se disfruta
mucho la masturbación poniéndose de rodillas en el suelo, con el
torso erguido y apoyado en el borde de una cama o pegado al
respaldo de un sofá.
La única precaución que
conviene tener en cuenta en este caso es que las rodillas descansen
sobre un cojín o una superficie blanda para que no se
dañen.