Los métodos quirúrgicos
Tanto hombres como mujeres pueden someterse a métodos quirúrgicos de anticoncepción; no obstante, sólo son recomendables si hubiera riesgo para la salud femenina en caso de embarazo, o cuando se ha meditado y tomado la firme decisión de no tener más hijos.
El motivo es que una vez practicada la operación, es muy
difícil revertirla. Es más sencillo si se trata de una vasectomía
que si se ha realizado una ligadura de trompas.
En la actualidad, es posible conservar óvulos y semen, por
si más adelante se desea procrear y la esterilización es
irreversible. De esa manera, se puede intentar la reproducción in
vitro.
He aquí los dos métodos quirúrgicos más usuales:
La
vasectomía. Consiste en extirpar una
parte de los conductos deferentes por donde circulan los
espermatozoides que, al eyacular, pueden fertilizar los óvulos; de
modo que al no permitir que se conecten, no hay posibilidad de
fecundación. Se trata de una operación sencilla que se practica con
anestesia local. Una vez hecha, es posible que hayan quedado
espermatozoides no eyaculados aún en la uretra o en sus conductos.
Por dicha razón, durante dos meses la pareja deberá usar otros
anticonceptivos hasta que el médico indique que ya no se
necesitan.
La ligadura de
trompas. Éstas se cortan o cauterizan
para que los óvulos queden aislados y fertilizarlos resulte
imposible. Durante la ovulación, al no hallar los óvulos su salida
natural, el cuerpo los reabsorbe.
Ninguna de las dos intervenciones tiene efectos colaterales y no se ven alterados el deseo, la capacidad de erección o la potencia sexual en el caso de ellos, ni el ciclo hormonal y menstrual, como tampoco el deseo sexual, en el caso de ellas.
Según diversos estudios de opinión, la mayoría de las parejas que optan por estos métodos manifiestan sentirse mucho más libres al no temer los embarazos, por lo que se incrementa su goce sexual.