Haz que despierte la piel
El cuerpo está completamente cubierto por el órgano de la piel, de ahí la importancia que tiene el sentido del tacto (si quieres saber más cosas sobre el tacto aplicado al ámbito de las caricias, pasa al capítulo 14). Ese manto que te envuelve está compuesto por un tejido al que atraviesan enteramente terminaciones nerviosas, que perciben la más mínima incidencia externa, desde la temperatura ambiente hasta cualquier tipo de contacto con otra piel, con objetos, con materias líquidas o sólidas, etc.
Indudablemente, el grado de sensibilidad no es la misma en todas las zonas: dependiendo del área donde recibas un impacto o estímulo, leve o intenso, tendrás una sensación más viva o menos clara y, del mismo modo, tu registro táctil no es el mismo durante una vivencia cotidiana o rutinaria que mientras disfrutas de una experiencia erótica.
El placer se puede tocar
Desde el inicio del juego sexual que precede a la cópula hasta después incluso del orgasmo (para saber más sobre él, pasa al capítulo 10), el tacto además se convierte en el sentido supremo, pues expresa al máximo su potencia y brinda ilimitadas posibilidades de goce, ya que es el sentido que rige tanto el autoerotismo como las caricias compartidas hasta la penetración: todas ellas uniones de piel con piel.
A la vez, es durante esos momentos de libertad lúdica cuando las posibilidades táctiles se refinan y se amplía la gama de roces, toques y caricias que ofreces a tu amante, mientras que tú te conviertes en un instrumento completo que brinda y recibe placer. Y ello porque el impulso te lleva a entrar en contacto con todos los puntos del cuerpo deseado, hasta los más íntimos, y hacerlo con aquellas partes de tu propio territorio corporal: cada caricia es un viaje por el universo del goce, tanto si se hace con las manos, los pies, las rodillas o los senos, el pene o los cabellos.
Cada una de esas caricias es diferente y abre un mundo privilegiado de percepciones sensuales que envían sus signos al cerebro, que las devuelve en forma de arrebatadoras corrientes cuya potencia crece imparable hasta llevar al orgasmo.
Fragancias que se pueden comprar
Los aromas que capta nuestro olfato envían mensajes al sistema nervioso, que agudizan el deseo y desatan una serie de reacciones pasionales. Por eso, en el mercado se ofrecen diversas esencias comerciales cuyos ingredientes han sido especialmente estudiados para resultar sugerentes. Incluso se han ideado fragancias corporales que, al ser rociadas sobre el cuerpo, se intensifican, porque se mezclan con el olor natural que emiten las hormonas sexuales. A la vez, se ve potenciada la fragancia más natural y genuina de cada persona, que es única e irrepetible: nadie huele igual a otro.
Cuando aspiras el aroma almizclado del sudor erótico o la esencia salada y punzante de la vulva húmeda, el erotismo comienza a crecer hasta alcanzar la mayor altura de la pasión.