Los puntos sensibles de él
El más importante es, sin duda, el pene (si quieres saber más cosas sobre él, vuelve al capítulo 7) y, sobre todo, ciertas partes que son de singular excitabilidad. Una de ellas es el glande o cabeza, cuyo tejido sedoso y suave se estremece al ser rozado y, sobre todo, el frenillo o el orificio de la uretra que al más leve roce transmiten intensas sensaciones hacia el resto del cuerpo y es capaz de provocar una erección rápidamente.
Aunque a veces no se incluyan en los juegos sensuales, por desconocimiento o falta de experiencia, lo cierto es que tanto la bolsa escrotal como los testículos que contienen también deparan al hombre un alto disfrute. De modo que estimularlos es una excelente idea, pero, teniendo en cuenta la extrema sensibilidad de su tejido externo e interno, deben tratarse con mucha suavidad. Sobre todo al excitarlos con la boca, ya que un roce demasiado brusco en el escroto puede transformar el goce en dolor o provocar rechazo.
Otras zonas importantes
Las zonas secundarias de disfrute más reconocibles en los hombres son:
El pabellón de las orejas.
El cuello.
La nuca.
Los labios.
Las tetillas y sus pequeños pezones.
Sin embargo, no necesariamente son las únicas. Tanto el rostro como el resto del cuerpo, incluyendo brazos y manos, piernas y pies, suelen reaccionar a la estimulación sexual, dependiendo de los núcleos más sensibles de cada persona.
En ocasiones, ni los mismos hombres saben dónde se localiza un rincón de placer intenso, y es precisamente al palparlo, rozarlo o lamerlo la amante cuando se despierta la imparable reacción que eleva la libido. A partir de ahí, se refinan las percepciones, y ambos aprenden qué tipo de caricias prefiere él: lentas y suaves o fuertes y a ritmo vivo.
Las orejas, sobre todo el lóbulo, al igual que ambos lados del cuello y la nuca, si se recorren despacio, con una leve caricia o con los labios, resiguiéndolos, suele provocar deliciosos estremecimientos.
Los pezones masculinos, una percepción diferente
No todos los hombres registran del mismo modo la zona de las tetillas. Algunos disfrutan enormemente e incluso piden a la pareja que les estimule los pezones con la lengua o con los dedos, para aumentar las sensaciones; a otros, por el contrario, especialmente si los pezones tienen poco desarrollo o si están hundidos hacia dentro, puede causarles dolor. Por último, hay quienes son completamente indiferentes a esa parte de su cuerpo.
Sin embargo, por lo placentera que puede llegar a ser esta experiencia sensual, merece la pena intentar despertarla, al principio con mucha sutileza, sin apretar, recorriendo las areolas y pezones muy suavemente, con los dedos humedecidos con saliva para que se deslicen. Luego, poco a poco, siempre atendiendo a las indicaciones del gozo, hay que aumentar la intensidad del contacto hasta llegar al pellizco delicado e incluso al mordisco superficial.
Lo ideal es que seas tú mismo quien le indique a tu pareja cómo te gusta ser estimulado en ese punto; si no deseas decírselo con palabras, prueba a excitarla a ella como desearías; sin duda, lo entenderá a la perfección.
El goce oculto de las nalgas
Las nalgas masculinas suelen ser un reclamo de atracción para muchas mujeres, cuando su forma y musculatura destacan por su armonía estética. De manera que es natural que, durante los juegos preliminares e incluso durante el coito, ésa sea una parte del cuerpo de él que deseen excitar. A su vez, a los hombres les encanta ese contacto. Pero no tienes por qué detenerte allí, los glúteos ocultan algunos de los puntos en los que puedes hacer que tu chico experimente el mayor disfrute.
Basta con que dibujes la línea que separa sus nalgas con un dedo o lamerla con la punta de lengua; luego ábrelas con ambas manos, y tendrás a la vista una área atravesada por una densa red de terminaciones sensibles, que se multiplican al llegar al anillo del ano. Todos los contactos y estímulos que brindes a tu amante en esos sitios singulares lo llevarán al umbral de un goce insospechado; es cuestión de que te dejes llevar por tu creatividad.