Una actitud especial
La forma de proceder de las personas en los diversos ámbitos vitales según su género es muy distinta, y lo mismo ocurre ante el erotismo. Pero también es diferente la forma en que cada mujer encara su sexualidad.
Las influencias externas pesan, y mucho
La mujer no siempre se encuentra mentalmente dispuesta y relajada para concentrarse en el erotismo. Y las razones no tienen que ver ni con una merma de su sensibilidad ni con la pérdida de interés por la pareja.
Sencillamente, a veces, es imposible evadirse de los problemas que acarrea un día complicado en el trabajo o en casa. Si está agotada, o siente estrés, es difícil que pueda lanzarse de lleno, integralmente, a disfrutar de un encuentro erótico.
Otro importante motivo de desánimo, indiferencia ante el sexo, está asociado al constante bombardeo publicitario de una sociedad tan competitiva como ésta en la que vivimos. Prácticamente se le exige a cada mujer que responda a un modelo tipo de belleza; ante ello, ellas quieren alcanzar la “perfección” y si piensan que es imposible conseguirla o acercarse a ese modelo ideal, su autoestima desciende y, por lo tanto, irrumpe el temor a ser rechazada.
Por lo general, ellas necesitan sentirse deseadas, requeridas y estimuladas, aunque estén bien dispuestas hacia el sexo y lo deseen; de lo contrario, pueden creer que no resultan seductoras o no son amantes expertas capaces de complacer. Es evidente que este tipo de idea genera unas emociones negativas que obstaculizan el disfrute y anulan la libido.
Si una mujer se siente coartada psicológicamente, al sentirse insegura de su atractivo, su deseo tiende a disminuir. Asimismo, por más interesante que les resulte un hombre desde el punto de vista físico, no siempre eso es suficiente: la mayoría de las mujeres, sobre todo las maduras y equilibradas emocionalmente, van en busca de una satisfacción integral; desean relacionarse con un hombre que les guste en todos los sentidos.
Uno de los desencuentros entre los sexos es que ese sentimiento, tan peculiar de las mujeres, no siempre es bien entendido por ellos. La sensible mente femenina detecta de inmediato cuando su pareja masculina busca una salida rápida, respondiendo a su propio deseo, por lo que la estimula directamente buscando sus centros erógenos, sin considerar que, casi siempre, ella prefiere los juegos preliminares que se demoran, sugieren y hacen que se sienta deseada y mimada. De modo que si su amante va aceleradamente hacia el coito, sin esperar a que ella se excite, su respuesta inmediata será lo contrario de lo que él espera: se retraerá y dejará de ser receptiva a los estímulos.