Ellos son los protagonistas
No hay dos hombres con la misma sensibilidad sexual y tampoco una única forma de autoerotizarse. Hay que buscar la propia, experimentando y notando qué es lo que proporciona más goce.
Por eso, lo mejor es relajarse y dejar volar libremente la
imaginación, que servirá de guía, sin necesidad de buscar el
orgasmo por obligación. El sexo no es automático ni tiene reglas
fijas: estímulos con los que se disfruta mucho un día en otras
ocasiones no despiertan los sentidos con tanta intensidad. De modo
que para no caer en la rutina y repetir siempre las mismas caricias
hay muchas y diversas técnicas de masturbación.
Piensa que la autoestimulación no es únicamente la vivencia erótica en sí, por más intensa que ésta sea. También hay otros aspectos importantes: tanto médicos como psicólogos y sexólogos lo consideran una de las maneras más auténticas y maduras de la práctica sexual, capaz de liberar de tensiones físicas y emocionales.
Asimismo, afirman que es el más placentero ejercicio de relajación y serenidad y una forma de contribuir al equilibrio de la personalidad, en un marco de estabilidad y satisfacción.
A continuación te presento algunas técnicas de
autoestimulación. A ver qué te parecen:
Estimulación a dos
manos. Es una forma bastante sofisticada
de masturbación. Es más fácil si se utiliza un lubricante que se
echa en la palma de la mano y se unta en la cabeza del falo, para
gozar más intensamente y protegerlo de roces que podrían causar
molestias. Con la otra mano, se toma la zona inferior del glande.
En esta posición, se inicia una fricción arriba y abajo, a
izquierda y derecha o del modo con el que más se
disfrute.
Hay hombres que prefieren usar el dedo índice o el pulgar para profundizar y añadir sensaciones, haciendo círculos sobre la cabeza del pene, con distinto grado de intensidad.
La V de la
Victoria. Se trata de disponer los dedos
índice y corazón, estirados y abiertos en forma de V, con el dorso
en la misma dirección en que está situado el cuerpo. O sea que, si
la persona es zurda, sus dedos deben apuntar a la derecha y, si es
diestra, al revés. El pene se sitúa entre los dos dedos, con el
índice por debajo.
Los roces son arriba y
abajo, con un ritmo uniforme hasta el final; se puede parar o
ralentizar el estímulo para retrasar el orgasmo y gozar más
largamente de la caricia. También es posible añadir otro dedo y
mientras se fricciona con los dos anteriores, dejarlo quieto encima
del frenillo.
El anillo o
círculo. En este caso, los dedos pulgar e
índice forman un anillo, rodeando la base del pene en reposo que se
deja apoyado en la ingle. Con los otros tres dedos se estira
suavemente hacia abajo y hacia la izquierda, la piel del escroto.
Luego, se coloca el pulgar y el meñique de la otra mano en el dorso
del falo, alrededor del pliegue de piel del glande. El dedo corazón
se posa sobre el eje del tronco y el pequeño y el índice, a cada
lado. Mientras una mano permanece quieta, la otra aprieta y se
mueve con rapidez para que el pene vibre de un lado a otro, girando
un octavo de círculo.
Roce
electrizante. Al inicio se apoyan las
yemas de los dedos de una mano, de tal manera que rodeen la corona
para mover el falo en sentido horizontal con el pulgar y el índice
de la otra mano, colocados lateralmente a la base. Estos dedos sólo
se usan para mantenerlo horizontal, mientras la muñeca dibuja un
ángulo recto con la mano y lo va haciendo vibrar de izquierda a
derecha; la sensación que se percibe en el glande es como si se
recibieran corrientes electrizantes; hay que mantener
constantemente los dos dedos que sostienen la base del falo pegados
a ella y estirando de adelante atrás, casi imperceptiblemente, para
que esté erguido todo el tiempo.
El lubricante, que
no falte. Para autoerotizarse así, es
necesario el uso de un lubricante, untando desde el ombligo hasta
la zona inferior del abdomen, al igual que ese triángulo tan
erógeno formado por la ingle y las piernas, donde nace el vello
público. Por supuesto, que las manos y el miembro también deben
lubricarse. Una vez hecho esto, se atrae el falo hacia el abdomen,
de modo que el glande entre en contacto con la piel
humedecida.
Es el momento de iniciar los estímulos suavemente y, poco a poco, ir aumentando el ritmo con movimientos alternados de derecha a izquierda y viceversa; a la vez, se hace subir y bajar el tronco del falo, rozándolo con la palma de la mano.