Sin distinción de sexos
La cabeza y el rostro de los hombres y las mujeres tienen infinidad de puntos receptivos a la excitación, como, por ejemplo, el nacimiento del pelo y el cuero cabelludo que, suavemente acariciados, ponen en alerta a la libido. Los estímulos en esos sitios actúan como una locomotora de arranque del deseo, que luego irá avanzando, profundizando y “visitando” otros lugares más íntimos.
Es conveniente recordar la sensibilidad que tienen los lóbulos y también la zona interna del pabellón de las orejas, y en el rostro cabe también prestar especial atención a los párpados, cuya fina piel también es muy perceptiva. Desde luego que el lugar de privilegio lo ocupan los labios que reciben con enorme placer besos, lametones y roces; en cuanto al interior de la boca, es un verdadero faro que se enciende, cuando los amantes lo recorren con la lengua, incluso lo más recóndito de ese cálido espacio hasta que estalla, vigoroso, el deseo.
La espalda
Entre las sorpresas que revelan tanto el cuerpo femenino como el masculino se encuentra la zona de la espalda. Todos responden positivamente cuando se les toca la piel de esa área, debido a que está plagada de fibras de sensibilidad nerviosa que se conectan al cerebro y a otros centros físicos de placer.
La puedes estimular con las palmas de las manos abiertas, abarcando tanto los lados como el centro, los omóplatos o los puntos que prefieras. Luego continúa, deslizando y tamborileando con las yemas de los dedos por la columna vertebral hasta llegar a su base; una vez allí, con las manos abiertas y posadas encima de las nalgas, fricciona suavemente y recorre su contorno con un dedo como si quisieras dibujarlas; le estarás deparando un intenso disfrute.
Si deseas seguir, prueba acariciarle la espalda con los dedos de tus pies, con mayor o menor presión, de acuerdo con las reacciones que vayas observando.
Las manos
Como no podía ser de otra manera, las manos, protagonistas absolutas cuando se trata de acariciar, masajear, palpar, rozar, golpetear y ofrecer tantos otros placeres de contacto sensual, también son sensibles a la excitación. Son las verdaderas reinas del tacto, y su piel conoce todo tipo de estímulos y contrastes: frío/calor; textura lisa/rugosa; suavidad/aspereza y muchos más.
Por eso su percepción es altísima: ciertos juegos, como soplar en las palmas, morder suavemente los cantos y chupar los dedos, lamiendo con delicadeza los huecos entre ellos, resultan irresistibles.
¿Por qué marginar al resto del cuerpo?
La piel responde al menor acercamiento, que provoca placer o sensaciones desagradables, según el caso y el tipo de contacto. Los estímulos pueden proceder del medio ambiente, del propio tacto o del ajeno, del clima y de muchas otras fuentes. Son singulares las sensaciones eróticas con las que reaccionan las áreas de piel que casi no tienen vello.
Una buena manera de que conozcas sus posibilidades para ofrecer disfrute es que las explores de diversas formas y también con juguetes eróticos. De ese modo, sabrás dónde incidir para aumentar el goce tanto estando a solas como en otras ocasiones, para probar después el mismo juego con tu pareja en esas zonas de su cuerpo o en el tuyo.