i bien es muy difícil conocer los porcentajes con certeza, según diversas publicaciones especializadas un 40 por ciento de mujeres aproximadamente sienten que su deseo sexual disminuye al quedarse embarazadas. Casi la mitad, en cambio, no manifiesta ningún cambio en este aspecto, y también se ha descubierto que un 10 por ciento se siente más proclive a mantener relaciones eróticas.
Durante los primeros meses, si ella siente náuseas u otras molestias típicas de este período, evidentemente puede disminuir su deseo, pero una vez que su estado vuelve a ser el de siempre y el embarazo es normal, no hace falta cambiar los hábitos sexuales ni la frecuencia en la práctica del coito. Uno de los temores más comu nes, tanto de ella como del hombre, es si los empujes de la penetración y las contracciones orgásmicas pueden eventualmente molestar o dañar al embrión; en este sentido no hay ningún peligro.
El feto está protegido en el útero y envuelto en la bolsa de líquido amniótico, muy aislado del contacto externo. Incluso el goce de la madre durante el acto sexual y el orgasmo, que se transmite al cerebro generando las sustancias llamadas endorfinas, pueden también ser registrados por el feto, al que le llegan por la vía del torrente sanguíneo.
COSAS QUE PASAN
Indudablemente, el embarazo produce en el organismo femenino una serie de cambios, tanto en el sistema vascular y neurológico como en el hormonal. A veces es precisamente la modificación del equilibrio de las hormonas lo que provoca que algunas mujeres sientan más estimulada su libido. Sin embargo no todo es atribuible a lo físico; los factores de índo le psicológica, como el deseo de ser madres y la alegría que eso provoca, también son motivos para que ella se sienta más deseosa de compartir sexo con su pareja. Además, en este período especial de la vida las paredes de la vagina están más flexibles y hay mayor lubricación natural. Según algunas estadísticas, una de cada cinco mujeres disfruta de su primer orgasmo mientras está gestando. En cambio, cuando los senos comienzan a hincharse preparándose para la lactancia, puede agudizarse la sensibilidad en esa zona y que la mujer no quiera que esa parte de su cuerpo sea estimulada durante los juegos sexuales.
No hay restricciones en cuanto a la práctica de sexo anal u oral durante el embarazo; la única limitación que está indicada es que, en caso de practicar el cunnilingus, no conviene soplar sobre la vulva ni en la entrada vaginal para evitar que se transmitan gérmenes o bacterias que den origen a posibles infecciones.
Ya sea porque uno de los dos, el hombre o la mujer, se sientan incómodos o no puedan vencer sus temores y rechacen el sexo con penetración, eso no significa que durante el embarazo deba cesar la vida erótica.
Pueden masturbarse mutuamente o autoestimularse, mientras el otro mira cómo se desarrolla el placer, así como estrechar los vínculos afectivos y sensuales intercambiando besos, abrazos y otras caricias que, en ocasiones, ofrecen tanto disfrute que hasta se alcanza un insospechado clímax.