a atracción erótica y el interés por mantener relaciones amorosas con personas del propio sexo (homosexualidad), del sexo opuesto (heterosexualidad) o de ambos (bisexualidad) es lo que se conoce como orientación sexual.
Sin embargo, no se trata de una elección o percepción sentimental inamovible: muchas personas son heterosexuales pero, en ciertas circunstancias, experimentan una singular atracción por alguien del mismo sexo. Y lo mismo ocurre al revés, hay homosexuales que, en algún momento, disfrutan de una magnífica relación erótica con alguien del sexo opuesto.
La gran mayoría de las personas son heterosexuales, lo que por tradición se considera natural o acorde con la biología por la posibilidad de reproducirse, aunque también es una corriente social generalizada, ya que a lo largo de la historia los conceptos de sexualidad y reproducción han estado íntimamente ligados. Desde una óptica cualitativa no hay diferencias entre las diversas orientaciones porque el cariño y el placer sexual no dependen de quiénes ni con quiénes se intercambian y disfrutan.
En cualquier caso, todas las orientaciones tienen su origen en factores de diverso tipo como pueden ser la educación, el entorno social y ciertas circunstancias personales, que son los que tienen peso a la hora de asumir la propia.
Es importante distinguir orientación de identidad sexual: la primera es un sentimiento hacia las personas que deseamos y la segunda es lo que percibimos internamente sobre nosotros mismos.