no de los trastornos habituales de la sexualidad masculina es la carencia de control sobre la descarga de semen, que se conoce como eyaculación precoz. No es un problema grave y las estadísticas indican que afecta a un 25 por ciento de los hombres.
Los motivos que la generan suelen ser de origen fisiológico u hormonal, aunque también puede producirse como efecto secundario al tomar ciertos medicamentos e incluso, como ocurre en muchos casos, de orden psicológico.
También, circunstancialmente, cuando ha pasado mucho tiempo desde el último contacto sexual o debido a la ansiedad de la «primera vez» en los adolescentes y jóvenes.
Cuando se da varias veces sucesivamente, o con cierta frecuencia, lo mejor es consultar a un médico, que determinará las causas y aconsejará el tratamiento adecuado. Descartado que no exista ningún problema físico a tratar, es posible resolver el trastorno y aprender a controlar la eyaculación. En primer lugar, hay que saber reconocer el punto en que la descarga seminal es inminente y, en ese momento, realizar los ejercicios de Kegel.
Estos son muy sencillos y consisten en ejercitar el músculo pubocoxígeo para fortalecerlo, contrayéndolo y relajándolo varias veces al día, en sesiones de varios minutos cada una. Por lo general, de este modo la mayoría de los hombres consiguen resolver esta disfunción.
Otras formas de retrasar la eyaculación son que él o su amante presionen el escroto o utilizar el recurso de pensar en otra cosa para distraerse, haciendo descender el grado de excitación de la antesala del orgasmo y regresando hasta una fase anterior.
CUANDO LA RESPONSABLE ES LA MENTE
Una vez descartadas las causas físicas hay que buscar en el área psicológica. Los factores de este origen abarcan un espectro muy amplio: miedo a ser sorprendidos durante el acto sexual; ansiedad por temor a no gustar o no ser hábil para complacer a la amante; estrés debido a causas ajenas a la sexualidad, entre otros.
Además, cuando ha ocurrido una vez, crece la inseguridad y la idea de que vuelva a suceder incide negativamente, aumentando la posibilidad de repetirse la eyaculación prematura. Por eso, una de las formas de evitarla es gozar de los juegos preliminares, de la excitación que se va produciendo, paso a paso, en uno mismo y en la pareja, sin pensar en lo que pueda ocurrir.
Aunque no lo parezca, olvidar la cuestión suele ser efectivo y el orgasmo se va retrasando de manera inconsciente. En cualquier caso, cada hombre y cada pareja deben encontrar su propio camino para superar este trastorno de poca importancia y alcanzar la plenitud erótica.