i la masturbación es una fuente de conocimiento del placer que puede dar el propio cuerpo, compartirla es una experiencia aún más sugerente.
Los estímulos en las zonas erógenas son una parte esencial en los juegos preliminares de muchas parejas, tanto para excitarse hasta el máximo antes del coito como para alcanzar un punto, detenerse y luego recomenzar, elevando más el umbral del disfrute previo a la penetración.
La vista es un sentido muy incitante, sobre todo en el hombre, aunque ella no es ajena al goce si lo ve autoestimularse: ¿lo hace tierna o rudamente?, ¿se detiene en el glande o frota el tronco?, ¿qué mano usa para prolongar o acelerar el placer? Esto, además, le enseña a la mu jer cómo hacerlo gozar cuando lo masturbe.
En cuanto a ellos, ver a la amante autoerotizarse los motiva tanto que incluso algunos alcanzan tal grado de excitación que los lleva a participar, sumando sus propios estímulos.
Mientras ella recorre la vulva con uno o varios dedos humedecidos en su propia saliva, deleitándose en el clítoris, él puede lamerle los pechos o, como si de un juego de espejos se tratara, imitarla acariciándose de igual manera la punta del pene.
También pueden situarse él delante y ella detrás y, mientras la mujer se masturba, pasar la mano por delante del cuerpo masculino para encerrar el miembro y recorrerlo sugestivamente, a la vez que él lleva sus brazos atrás y le acaricia las nalgas. Después pueden intercambiar la postura, mimando él los pechos de la amante y frotando ella sus glúteos contra el pene. El roce del miembro entre los muslos, los senos o las nalgas, es muy placentero para ambos.
LIBERARSE Y FANTASEAR
Algunas mujeres sienten vergüenza o reparo de masturbarse delante del compañero sexual, pero a medida que venzan esas sensaciones y ganen en placer, pronto se lanzarán a jugar.
Pueden comunicarse el uno al otro lo que sienten; crear un guión y protagonizarlo o sentir que están junto a su secreto objeto de deseo: una actriz sensual, un político atractivo o algún antiguo compañero de instituto con quien nunca se llegó a disfrutar por falta de oportunidad o timidez.
Durante la masturbación compartida, muchas veces se traspasan fronteras, porque la confianza que alcanzan hace desaparecer las inhibiciones.