a relación entre fantasía y sexualidad tiene una doble dirección: fantasear alimenta el deseo, la excitación y el placer, pudiendo llevar hasta el clímax; y el sexo, a su vez, va nutriendo y creando cada vez más fantasías, se concreten o no alguna vez.
Tanto él como ella, cuando se estimulan en solitario, lo hacen guiándose por sus fantasías. A veces ocurre lo opuesto: se recuerda un gesto, un sonido, un perfume o una relación sexual que ha dejado una huella profunda para que la imaginación eche a volar y un hombre o una mujer comiencen a masturbarse. Acaso lo más significativo de la fantasía sexual es que no necesariamente se desea ponerla en práctica; para muchas personas, man tener en secreto ciertas ensoñaciones es la clave del goce, incluso cuando están con su pareja, y ese es el detonante que intensifica su orgasmo.
Si se decide compartir las fantasías, estas pueden enriquecer las relaciones y acrecentar el morbo del otro; del mismo modo que pueden reproducirse como parte del juego erótico. Sin embargo, si esto no ocurre, siempre serán un recurso para ganar mayor libertad, tanto mental como sensual, sin peligro de que en la práctica resulten frustrantes o haya que pisar un terreno inexplorado y a veces dificultoso.
Para la imaginación no hay fronteras, censuras ni necesidad de llegar a acuerdos; de modo que en ese aspecto el placer es ilimitado y siempre aporta algo nuevo, evitando la peligrosa rutina y la repetición: dos grandes enemigos de una buena vida sexual.
LIBERTAD PARA IMAGINAR
Ambos sexos, cuando están al inicio de una relación y se autoestimulan, sue ñan o imaginan a solas cómo será traspasar la próxima frontera: la felación o el cunnilingus, la penetración anal o cualquier otra.
Mientras ellas fantasean con un hombre que las atrae con quien es improbable que alguna vez compartan sexo, sienten que es ese alguien especial el que las está estimulando aunque se trate de sus propias caricias y sus íntimos jugueteos sensuales. Ciertos deseos que forman parte del imaginario femenino, como mantener una apasionada relación sexual con un desconocido, con un compañero de trabajo o con otra mujer, tienen cabida en las fantasías, sin que el miedo o los prejuicios perturben el goce. Además, no siempre fantasear significa querer que algo ocurra de verdad.
Ellos, por su parte, atraídos por la rica sensualidad femenina, sienten que siempre hay un último rincón de misterio por descubrir, por más intimidad que tengan con la amante, y fantasean con eso y, en innumerables ocasiones, sueñan que disfrutan del sexo con más de una mujer.