uando se realizan encuestas entre la población adulta de cualquier edad sobre la frecuencia con que mantienen relaciones sexuales, la mayoría responde con exageraciones notables. La razón es que hay grandes mitos acerca de que «cuanto más, mejor»: más potencia, más virilidad, más veces, según sean ellos o ellas los interpelados. Otro mito muy difundido es el tiempo que deben durar las sesiones de sexo entre amantes.
Sin embargo, ¿no es más importante la calidad que la cantidad o la duración de las relaciones eróticas?
La plenitud no tiene necesariamente que ver con cifras contadas en veces a la semana o en minutos de coito, sino con alcanzar los más altos niveles de excita ción y satisfacción, así como que el clímax se perciba en cada relación sexual como el más gozoso.
Lo cierto es que no hay reglas de «normalidad» ni metas a superar en cuanto a frecuencia o tiempos de duración de una relación sexual, ninguno es igual al otro, porque cada circunstancia, estado de ánimo, pareja y persona son singulares y distintos.