esulta fácil comprender esta palabra compuesta si aislamos su primera parte: hetero, que procede del griego y significa distinto o diferente. De modo que, al decir heterosexual, es sencillo entender que se refiere a aquellas personas que sienten deseo y atracción erótica por el sexo opuesto.
Es la orientación mayoritaria entre la población mundial y está íntimamente relacionada con la posibilidad que tienen los heterosexuales, es decir, un hombre y una mujer, de tener relaciones sexuales con vistas a procrear, aunque no necesariamente siempre las mantengan por dicha razón.
Precisamente, de esta noción biológica se deriva que históricamente se la haya considerado «normal» o natural.
A lo largo de la historia se ha tratado como desviación y hasta ha sido considerado un delito, penando con cárcel o peores castigos a quienes no lo eran. Y pese a que aún en muchas culturas o entre los adeptos a ciertas creencias religiosas se conservan prejuicios hacia todos aquellos que no son heterosexuales, considerando toda diferencia como enfermiza o antinatural, lo cierto es que todas las orientaciones que responden a la búsqueda instintiva del placer y del amor son normales.
Hoy, en este sentido, las sociedades más evolucionadas han dado pasos de gigante para eliminar las diferencias; de modo que los homosexuales y bisexuales incluso pueden casarse legalmente y adoptar hijos.