odo el cuerpo masculino reacciona con placer al ser acariciado por la amante. Se siente mimado, atendido y, a la vez que sus músculos se relajan, los núcleos erógenos de su piel se tensan a la espera del roce las manos. Ella notará en cada punto si desea una caricia más leve o más intensa y, además, estas pueden ser más expresivas y despertar mayores reacciones si son inesperadas.
Durante los juegos previos al momento culminante de la penetración y el coito, si ella es imaginativa y se deja llevar por sus ideas más audaces, podrá inventar para él caricias que lo sorprendan y que hallen en su cuerpo un eco inédito que lo haga estremecerse de placer, disfrutando ella al mismo tiempo de la sensación que ha provocado.
Acariciarlo con los labios, los pies, los codos o los pechos para aumentar su gozo. También es posible indagar sin palabras, observando sus reacciones, o hacerlo verbalmente, preguntándole directamente qué es lo que más le hace disfrutar en cada momento.
MIMAR EL CUERPO MASCULINO
Se sienten sensualmente atraídos al ser acariciados cuando aún no se han quitado la ropa porque los lleva a dejar en libertad sus fantasías más íntimas. Pasar las manos lentamente, buscando la línea de la espalda por encima de la camisa, palpar la bragueta de su pantalón y notar cómo reacciona su pene, mientras se lo besa en los labios, y luego descender hasta mordisquear, por encima de la tela, los pezones, es sumamente erótico para ellos.
A otros les encanta que ella toque la piel cálida o erizada ante el tacto, por debajo de la ropa, demorándose en cada punto con lentitud, o que le transmita su deseo, tomando la iniciativa de desvestirlo y haciéndolo ella a su vez, para que por fin los cuerpos desnudos se entrelacen.
Si él está echado boca arriba o boca abajo, recorrer su cuerpo con las manos untadas en aceites perfumados o con una pluma. La pluma se mueve guiada por la mano describiendo la hendidura de su espina dorsal o, por delante, jugueteando en su pecho y en el ombligo, rodeando el pubis y solo rozando la punta del pene en un leve contacto como si aleteara, para dibujar luego las ingles. Lo intenso de su erección será la respuesta perfecta al estímulo.