FASCINANTE CEREMONIA
Arrodillados frente a frente se estimulan a placer, totalmente libres de inhibiciones. Así aprenden a conocer las caricias que más placer les ofrecen; cómo les gusta ser erotizados; son a la vez actores y espectadores de una escena sensual. Ella, mimándose el clítoris, contempla cómo su pareja se excita y él frota su pene, impulsado por el deseo que le despierta la mi rada femenina. La intensa intimidad que genera la masturbación a dúo va acrecentando la complicidad entre el hombre y la mujer.
VOLUPTUOSO EMBELESO
Las piernas flexionadas y abiertas le permiten llegar hasta el cálido conducto por vía de la vulva, a la que su mano se acercará, en busca del clítoris, para erotizarlo con dedos ágiles y sabios, humedeciéndolos antes con los fluidos de su vagina para poder deslizarlos sensualmente. A ella le encanta su cuerpo, que tanto placer le depara, y, mientras fantasea, suma morbo acariciándose otras zonas sensibles como sus pechos y pezones. El orgasmo estalla imparable, estremeciendo hasta el último rincón de su piel.
ESTRECHO CONTACTO
Situado a su espalda, ella sujeta su cuello llevando un brazo atrás mientras con el otro guía una de las manos masculinas hasta su vulva para que la masturbe como él bien sabe que le gusta. La otra mano del hombre pasea por el cuerpo femenino, demorándose en el ombligo y pellizcando sus pezones. Él no es ajeno al juego; mientras la oye jadear de placer, frota su pene erecto suavemente contra las nalgas de ella, moviéndose lenta o aceleradamente, al ritmo volcánico del ardor de la amante.
JUEGO PASIONAL
Con las piernas abiertas él deja ver su palpitante erección; ella se monta sobre uno de los muslos masculinos para que la humedad de su vulva le comunique la intensidad de su propia excitación. Luego, toma con una mano, formando un conducto similar a la vagina, el tronco del pene, que frotará arriba y abajo, más suave o más fuerte, atendiendo al ritmo que a él más lo haga gozar. A la vez, mima amorosamente la sensible piel de su escroto hasta sentir en su mano el tibio fluido del amante al llegar al clímax.
SEDUCTORA QUIMERA
A solas, pensando en la amante o dejando volar su imaginación hacia escenas que elevan su morbo infinitamente, usa ambos manos para autoestimularse. Una va desde la raíz del pene y fricciona el tronco con movimientos rítmicos; y la otra se desliza suave sobre el glande con roces circulares, juguetea con el frenillo y termina encerrando el miembro. Pero aún no quiere abandonarse al orgasmo; cambia la posición de las manos para demorarse en el goce hasta que ya no puede controlarse y se deja ir.