omo motor e impulso del sexo, el deseo indudablemente tiene su punto de partida en personas sanas con un buen funcionamiento fisiológico y hormonal. Pero incluso estas a veces notan su libido a bajo nivel o pasan temporadas de apatía erótica.
Eso ocurre porque el verdadero órgano de la sexualidad, su auténtica residencia, es la mente. Ella potencia el anhelo sensual o lo inhibe.
Las razones pueden ser de carácter externo: una dura jornada laboral u hogareña; o de tipo emocional, como desencuentros entre amantes que generen estrés y anulen el deseo.
Centrar el sexo únicamente en lo biológico es minimizar esta importante esfera y cerrar la puerta al potencial inmenso del placer.
Muchas veces influye la diferencia de biorritmos de la pareja, que determina que su energía sensual esté despierta a distintas horas. Algunas mujeres no desean mantener contacto erótico por la mañana y otras sienten, después de un buen descanso, toda su libido alerta. Ellos, que pasan la noche entera rozando el cálido cuerpo de su amante, se excitan durante el sueño y por la mañana están dispuestos a disfrutar de una intensa sesión sexual, o despiertan urgidos por las obligaciones diarias y no se interesan por la relación pasional.
Combinar las energías y que el deseo palpite al mismo tiempo no es difícil; basta con iniciar los juegos preliminares para que se despierte el propio instinto y, si no funciona, un recurso es evitar la frustración recurriendo al autoerotismo y esperar un momento más propicio.