¿Debes permanecer en un matrimonio infeliz sólo por el bienestar de los niños?
Me casécon mi mujer porque se quedóembarazada de nuestro primer hijo después de que lleváramos saliendo un par de meses y yo creíque era lo que debía hacer. Desde entonces hemos tenido dos hijos más y vivimos una buena vida, pero la verdad es que nunca la heñauido. Durante ocho años he estada sacrificando mi felicidad por una razón: los niños. Nunca haría nada que les hiriera, pero no sécuánto tiempo más podréseguir así.¿Debo seguir casado por el bien de los niños, aunque me sienta desgraciado?
El problema más difícil y doloroso que se puede considerar cuando se piensa en poner fin a un matrimonio es siempre los niños. Ningún padre quiere ser nunca una fuente de infelicidad para ellos, a quienes aman más que a símismos, y por lo tanto la culpa que acompaña las discusiones sobre la ruptura puede llegar a ser devastadora. La respuesta que voy a darte a tu pregunta estábasada en más de dos décadas de mi experiencia trabajando con miles de personas, y aunque algunos profesionales y clérigos pueden no estar de acuerdo, es una respuesta sobre la que me siento muy segura: nunca estés en una relación infeliz por el bien de los niños. Tu infelicidad personal tendráun efecto mucho más perjudicial sobre tus hijos que el que pudiera derivarse de un divorcio.
Los niños quieren ver felices a sus padres. Se sienten responsables de que sus padres sean felices, y créeme, ellos saben perfectamente cuándo no lo eres, no importa lo bien que creas que estás escondiéndoles la verdad. Si permaneces en un matrimonio infeliz por el bien de los niños, creo que les causarás más daño emocional que si te divorciaras. Se sentirán responsables de tu sacrificio y eso pone una tremenda presión sobre un hijo.«Seguípor tu bien»no es ciertamente un favor.
He trabajado en mis seminarios con miles de«niños»crecidos y he descubierto la siguiente verdad: los niños cuyos padres se divorciaron y encontraron el amor y la felicidad, solos o con una nueva pareja, crecieron sintiéndose mejor acerca de símismos y de sus padres. Tienen una actitud más saludable hacia el amor y las relaciones porque tuvieron patrones de conducta que les enseñaron a amarse a símismos y hacer que el amor funcionara.
Por el contrario, la mayoría de la gente infeliz con la que he trabajado son personas cuyos padres mantuvieron una relación sin pasión, muerta, teñida de cólera reprimida y resentimiento. Esos hombres y mujeres desarrollan una desconfianza hacia el amor y las relaciones, al tiempo que una falta de habilidad para expresar el amor o sentirse dignos de recibirlo, y todo porque tuvieron patrones negativos de conducta para conseguir que el amor funcionara. Lo fundamental es lo siguiente: si tus niños te ven siendo amado, ellos se sentirán amados y esperanzados en tener una relación maravillosa. Si tus niños ven que no eres amado, ellos se sentirán poco amados y pesimistas acerca de llegar a tener una relación maravillosa.
Mis propios padres estuvieron juntos durante muchos años«por el bien de los niños»antes de acabar divorciándose cuando yo tenía once años de edad. En mi trabajo de cura emocional he descubierto algo que las investigaciones más recientes también señalan: el mayor dolor no provino del hecho del divorcio o de los años que le siguieron, sino de los once años anteriores aél, cuando vivícon dos personas que eran infelices. Me sentía responsable por no ser capaz de hacerles felices, e inconscientemente me forjéuna creencia errónea: amor = dolor, miedo y deseo insatisfecho. (Véase pregunta 15.) Me llevómucho tiempo curar las cicatrices emocionales de su matrimonio, y sólo me fue posible encontrar y mantener una relación amante y saludable con un hombre después de haber fracasado yo a mi vez en varias relaciones y haber hecho un duro trabajo de recuperación emocional.
Jamás he encontrado un adulto cuyos padres permanecieran infelizmente juntos que tuviera el siguiente sentimiento:«Mamáy papá, quiero que sepáis que incluso a pesar de que habéis tenido una relación desdichada y desapasionada durante cuarenta años, que os ha dejado emocionalmente secos y entumecidos, yo realmente aprecio vuestro sacrificio. Estoy contento de poder decir "mis padres todavía están casados”y no me importa si realmente fuisteis felices o no, sino mi propia fantasía de que vuestro matrimonio funcionó». Por el contrario, cuando yo pregunto a las personas de mis audiencias cuántos de ellos, ahora que son adultos, desearían que sus padres se hubieran divorciado,¡casi la mitad de la gente levanta la mano! Por supuesto, si túpreguntas a tus hijos pequeños cómo se sentirían si mamáy papáse separasen, ellos te dirían que preferirían que siguieseis juntos. No seráhasta que tengan sus propias relaciones como adultos cuando ellos puedan ver las tuyas con nuevos ojos; de repente se darán cuenta de lo infeliz que realmente fuiste y sentirán pena por todo aquello a lo que renunciaste.
Tu trabajo como padre consiste en saber quées lo mejor para tu hijo, estéo no de acuerdo tu hijo con tu decisión. Cuando tu niña pequeña pregunta si puede tomar un helado de postre y túdices que no, ella puede llorar y sostener que eres malo. Como túsabes que el helado no constituye una comida saludable, eres capaz de mantener tu decisión a pesar de sus lágrimas. Túsabes, en el fondo de tu corazón, que eso lo haces por su bien.
Esta es la misma actitud que debes tener cuando decidas el futuro de tu relación. Sí, rus hijos llorarán cuando túles digas que os divorciáis, igual que lo hice yo cuando mis padres me lo dijeron. Pero a medida que se hagan mayores y aprendan a veros como personas, no como padres, ellos desarrollarán la compasión por vuestra situación y comprenderán vuestra decisión. Se darán cuenta de que lo que hacíais no era por vuestro bien solamente, sino también por el suyo.
Túles debes a tus hijos hacer cuanto sea posible para que tu matrimonio funcione. Pero si llegas a un punto en el que re percatas de que el matrimonio no funciona, entonces les debes a tus hijos separarte de tu pareja y, ya libre, encontrar el amor que mereces y la relación en la que ellos puedan más adelante mirarse. * Véanse también las preguntas 12 y 15