El falo es fabuloso, en el arte, en la religión, pero nadie había escrito una fábula del falo, que se sepa.
El falo es una cosa de la que nunca se habla.
Falo ausente es el falo que la sociedad convencional, por tenerlo tan presente, decide ignorar.
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Con la literatura (que no es exactamente la cultura, sino quizá todo lo contrario) el púber se reconoce en el falo/Baudelaire, como lo llamamos aquí. Porque es el falo de conducta irregular y porque, probablemente, era el falo del poeta.
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El falo, falible o no falible, siempre compensa y remedia su falibilidad mediante la fantasía. El falo tiene imaginaciones que la imaginación (racional) ignora.
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El falo de la postmodernidad es un falo azaroso, e incluso delincuente, no ya ritual, como durante siglos, según el rito fecundante y macho de tantas culturas, según el rito sabatino de los matrimonios burgueses.
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Frente a tanta represión no institucionalizada (la institucionalizada es lo de menos), voy a erigir aquí el caso de la mujer fálica, que no es para nada la lesbiana, sino la hembra de conducta social/sexual agresiva, macho.
Y me serviré para ello, como para tantos otros temas por los que va viajando el falo en esta fábula, lo mismo de la noticia de prensa que del dato histórico o prehistórico.
(Fragmentos de la Introducción a Fábula del falo)
Con este ensayo lírico, alocado y postmachista —ejercicio de libertad intelectual sin precedentes—, alcanza Francisco Umbral una auténtica cima creadora/destructora.