12. EL FALO AZAROSO

Esta crónica mía, que doy así, fragmentada, incompleta y rota, sobre la moda, me parece que recoge, a nivel de trapos, todo lo que quiero decir. La moda no es sino un rito pre/sexual, y la antimoda también. La chica que se viste antimoda está estableciendo, entre ella y el hombre, un contra/ritual.

El caso es no entregarse en seguida, o entregarse demasiado rápidamente. Ambas conductas son la misma, ya que ambas contradicen el sueño religioso y platónico del falo unánime. La mujer suele estar persuadida de que el hombre disfruta de una palanca que puede funcionar en cualquier momento. El que la palanca no funcione o funcione sin resultados para ella, no es sino un incidente a anotar a favor de la superioridad femenina.

La antimoda, como el antisexo, hay que vivirlos en respuesta a la convencionalidad progre de los orgasmos liberados y los trapos contestatarios. Sólo una experiencia sexual profunda y un gusto por lo bello que ha llegado a ser disgusto, pueden hacernos renunciar al «falo unánime» y a la antimoda radical. Se contesta mejor con una túnica negra que con unos trapos que son caricatura de los trapos caros y lujosos. Se vive la sexualidad azarosa, siempre recompensada, mejor que la sexualidad de los libros, por muy postmodernos que sean los libros.

El falo unánime es un cisne que no existe y que, si existiese, habría que castrarlo. La unanimidad es otra forma —la más sublime— de la alienación.