EPÍLOGO: FÁBULA DEL FALO

El falo como un ave que penetra otros cielos,

el falo como un hacha que derriba otros templos,

el falo como un clavo que nos clava a otras puertas.

Falo, cielos, templarios, clavo, pájaro y hacha.

El falo como fábula que se escribe en la hembra.

El falo es el estilo que nos novela un hijo,

el falo es la falúa que nos lleva en la vida:

Amazonas del cuerpo, Mississippi de la hembra;

el falo es una góndola, fálicos gondoleros.

El hombre va en su falo, lo cabalga temprano,

potros de honda manada corren bajo su prisa.

El hombre mata a falo, como otros a pistola,

y en su crimen hay siempre una huérfana pura.

El falo de la infancia, tiza de los colegios,

que lentas colegialas encendieron por mayo.

El falo de la infancia, como una raíz de hombre,

lo que manos de monja comulgaron el sábado.

Falos de adolescencia, violentos como espadas,

motín de las mujeres, silencio de los coitos.

El falo, pez difícil, mares/sal de la hembra,

navega como un alma, bogavante dulcísimo,

Moby Dick en las aguas templadas de la vida,

ballena blanca, pura, tímido ballenato

penetrando el secreto de capitanes hembra.

Falo, buque fantasma de muertos venideros,

en los fondos profundos donde gime la especie.

Mujer encadenada con cadenas de agua,

Prometeos menstruales fornicándose a un buitre.

Angeología del agua, angeología del falo,

el arcángel le anuncia a la Virgen un polvo.

Utilidad del falo, puntada de la vida,

usura de los falos, punzada de la muerte.

La religión del falo, quieta y tan femenina,

arde en cien mil iconos ciegos, no confesados,

y hay una cera virgen de semental yacente

que alumbra desde abajo la gracia de la novia.

Arden falos, y cantan, en la ermita/mujer,

pasan como violines por la cintura tenue

de las muchachas puras en las que engendra el cielo:

eucaristía de llamas blancas y derramantes

que ellas comulgan pronto, en el claustro del año.

El falo es una fábula, el falo no ha existido,

sino que suena a tuba cuando lo sopla moza,

el falo es ese sueño que la mujer angélica

compone con la nieve y el sol que la penetra.

El falo es una historia, una mitología

en la que vive el hombre, pintado como al temple.

Nunca dirán mujeres su devoción del falo

ni escribirán poemas por donde cruce el falo.

El falo, que no existe, porque es lo que se calla,

pone grapa a los sexos, cose despacio el tiempo,

va enhebrando mujeres en su costurería

y la historia del falo, recibido en la sombra,

es la de una ballena que fecunda los mares.

Madrid, octubre 84.