Capítulo Veintinueve

Al segundo año de estar saliendo con Lisa, nuestras diferencias empezaron a hacerse evidentes. A pesar de amarnos, se volvió claro que pertenecíamos a mundos distintos. Empecé a extrañar mi hogar y mi cultura. Me molestaba tener que pasar tanto tiempo en Londres y empecé a sentir la ciudad muy ajena a mí. Los chistes dejaron de ser graciosos, y los viajes estaban empezando a deprimirme. Además, yo nunca me iba a mudar allá, y ella era tan exitosa en su trabajo que nunca se mudaría a Nueva York. Un fin de semana estábamos en Ibiza, y Lisa se fue a casa más temprano mientras yo me quedé con mis amigos españoles. Estaba con Gonzalo y con otros amigos que me hacían sentir reconfortada y como en familia. Me preguntaba si Lisa también había sentido nuestras diferencias. La llamé desde el aeropuerto a la mañana siguiente. Era triste, pero cuando hablamos fue claro para las dos que ya era tiempo de acabar nuestra relación.

Durante ese tiempo, estaba trabajando para Vogue, Cosmopolitan, Harper’s Bazaar y Marie Claire, pero las portadas aún no serían mías —no en los Estados Unidos. Había hecho recientemente una campaña para CoverGirl, para el mercado hispano en USA y mi agente, Glenna, recibió una llamada de L’Oréal. Estaban interesados en hablar conmigo sobre la realización de una campaña. Para esa misma época, CoverGirl llamó de nuevo. Glenna y yo fuimos a una reunión con Grey Advertising en Nueva York con una mujer llamada Anne Martin-Vachon. Todo el equipo de CoverGirl estaba allí, además de Jerry Saviola de Grey.

Katie también vino a la reunión. Así fue como supe que aquello era algo muy importante.

Nos sentamos juntos en la sala de conferencias para hablar del motivo por el que estábamos allí.

—¿Cómo te sentirías siendo la imagen de CoverGirl? —preguntó Jerry.

Pensé que era lógico por lo que estaba conectándose con el mercado hispano. No estaba muy emocionada al inicio hasta que entendí que no estaban hablando del mercado latino.

—Podrías ser una de las imágenes de CoverGirl en los Estados Unidos —dijo Jerry.

¿Una latina? ¿Siendo la imagen de CoverGirl en los Estados Unidos? ¿Ante el público de Estados Unidos? ¿En inglés?

Era impresionante. Me senté allí tratando de procesar lo que realmente significaba para mí. Para las mujeres latinas. Significaba que éramos una entidad casi por nuestra propia cuenta. No estábamos siendo agrupadas con otras etnicidades, sino sobresaliendo como un pueblo y siendo admiradas por nuestra belleza. La iniciativa nos daría a todas una imagen importante en la moda y en la publicidad.

En Hollywood, era aproximadamente el mismo momento en el que Salma Hayek estaba incursionando en el cine. Hubo un tiempo en el pasado no muy lejano, y quizá no ha dejado de ser en su totalidad, en el que las latinas sólo actuaban de prostitutas o de señoras de servicio en la televisión y en las películas. En la moda, éramos mujeres gruesas, oscuras y con muchas curvas. CoverGirl estaba a punto de resaltar eso y yo iba a ser parte de ese experimento. Íbamos a expandir los cánones de belleza en Estados Unidos.

El reto era que CoverGirl y L’Oréal (para Europa) querían trabajar conmigo al mismo tiempo pero solamente podía firmar contrato con una de ellas. Las dos eran inmensas y muy importantes para mi carrera.

—¿Por qué no hacemos algo para el pueblo hispano como parte de este acuerdo? —Dije.

—¿En qué estás pensando exactamente? —preguntó Anne.

Había estado pensando recientemente en la idea de devolver algo, de hacer algo bueno para las personas que necesitaban ayuda. Había visto a Katie dar de lo que recibía, durante todos estos años y hacer mucho trabajo por las víctimas de la trata de personas.

—En la educación. Mis padres son educadores. Podríamos hacer una especie de programa conjunto para ayudar a estimular la educación en los hispanos. Esa parecía ser la opción obvia.

La raíz de todos los problemas era la falta de educación. Si pudiésemos educar a más personas, habría menos caos en el mundo.

—Danos un tiempo para explorar las opciones. Nos gusta la idea, sólo que tenemos que investigar.

Nos agradó que quisieran explorar algunas opciones y que algo bueno saliera de mi contrato con ellos. Me fui con CoverGirl. Siete meses después ya habían desarrollado un programa de becas después de conocer, por medio de una investigación, que en ese momento el 26 por ciento de las mujeres hispanas no habían terminado su secundaria, comparado con el 6 por ciento de las mujeres caucásicas y el 13 por ciento de las mujeres afroamericanas. El programa fue llamado la iniciativa de Mis Colores del Éxito. Fue un concurso de ensayos solicitando que las candidatas escribieran acerca de aceptar la belleza interna y la herencia y cómo aquello las podría ayudar a triunfar. Una vez lanzado, visité colegios de familias de muy bajos ingresos por todo el país. Me volví la primera mujer latina en ser la imagen de CoverGirl en el mercado de habla inglesa. Fue una de las primeras grandes compañías en aprovechar ese tipo de oportunidad con una latina. Fue la primera vez que trabajé con Anne en CoverGirl, una mujer maravillosa que luego asumió un rol directivo en HSN (Home Shopping Network) y con quien me reencontré muchos años después.

Por primera vez vi que se podía hacer una diferencia, despertando mi interés en empezar la Fundación Wayúu Taya para ayudar a mujeres y niños indígenas de Sur América.

Lo que se hizo más evidente con esa experiencia fue la lección de que los negocios que promueven la sostenibilidad y ayudan a las comunidades, pueden también ser extremadamente exitosos, estos no deben ser objetivos separados. Una compañía o un individuo no tiene que esperar a construir algo grande para luego donar dinero, estas cosas se pueden hacer paralelamente, y el éxito es todavía alcanzable. Entendí esto a través de Russell Simmons, quien gana dinero y hace el bien al mismo tiempo, tanto trabajando con la comunidad como ayudándola. Esa noción era muy norteamericana para mí, muy de Nueva York.