Introducción
Escribí Gay nauzu de un plumazo a finales de 1998 porque, una vez que me decidí, brotó de mis entrañas la necesidad, larvada durante muchos años, de usar la pluma para construir con las palabras. Joxerra Garzia, el director de la colección Zerberri de Alberdania me animó a que plasmara en papel las vivencias que me condujeron al compromiso de liderar la asociación Gehitu, uno de los colectivos vascos de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, constituida un año antes. Los retos me suelen estimular, pero éste tenía una faz que a priori no me agradaba. Si quería abordar la tarea con rigor y autenticidad, me veía obligado a hurgar en mi intimidad y a entresacar de ella los elementos precisos para construir una historia que tuviese un hilo conductor sobre el que colgasen testimonios de mi vida.
Había escrito un diario desde que tenía trece años, y disponía, por tanto, de material valioso, pero nadie lo había leído hasta entonces, ni siquiera los amigos íntimos o mi pareja. Había estado sumido durante toda la adolescencia y la primera juventud en un estado de semi introversión, y arrojar luz sobre los secretos que tan celosamente guardé era como traicionarme a mí mismo.
Sin embargo, justamente en las reflexiones que me hice durante ese periodo, algunas de las cuales quedaron recogidas en el diario, arranca mi rebeldía contra la terrible opresión que sentí del mundo exterior por ser homosexual, y esa rebeldía me llevó, a la postre, a ser activista gay. Por tanto, le debía de alguna manera al adolescente que fui el realizar una acción que ayudase a los adolescentes y jóvenes de orientación homosexual que estuvieran pasando por un trance similar a abreviar y a mitigar sus dolores del alma. A este propósito se unió el objetivo –inextricablemente vinculado al anterior– de incidir en las causas que producen tanta desazón y angustia en muchos de esos chicos y chicas, para lo cual resulta imprescindible que se haga la luz en una realidad en buena parte desconocida e invisible, y difundir información y conocimientos que diluyan los prejuicios, los estereotipos, los miedos y las ideas irracionales sobre los que se basa el rechazo a la homosexualidad y a la transexualidad y, en consecuencia, a las personas homosexuales y transexuales.
El libro en euskera tuvo buena acogida, y se planteó traducirlo al castellano. Pero ciertamente durante estos años no he encontrado tiempo (o no he querido encontrarlo) para pensar sobre mi disposición hacia ello. Lore Azkarate, por circunstancias que no vienen a cuento, realizó una traducción desinteresada, y ello me puso ante la tesitura de tener que tomar una decisión. Los años de intenso trabajo en Gehitu y la vida misma me habían curtido y dado una mayor hondura a la hora de verme a mí mismo a lo largo de la trayectoria vital que describo en la obra, así como en el modo de reflexionar acerca de las circunstancias que han influido en el devenir de mi existencia y también sobre el orden social en el que se contextualiza aquélla. La traducción de Lore era de gran calidad, pero el texto que escribí hace diez años no era una novela sino un relato en el que se incrustan reflexiones, muchas de las cuales poseen elementos encuadrables en el ensayo, y todo ello se sometía a los objetivos que he señalado antes. El tiempo transcurrido me ofrecía la oportunidad de servir mejor a los citados objetivos, pero ello suponía revisar partes del libro.
Al final he optado por una solución intermedia. He decidido ser fiel a la obra original, y no he introducido ningún cambio que alterase sustancialmente su contenido. Sí he reescrito unos cuantos párrafos con el fin de darles mayor solidez y también claridad a algunas ideas en beneficio de la calidad del texto. Tiempo habrá para escribir más adelante otras obras que respondan con precisión al pensamiento del momento.
Los extractos del diario, en cursiva, son todos auténticos y se han traducido literalmente del euskera, que es el idioma en el que fueron escritos. Algunos de los nombres de los protagonistas del relato, así como determinadas circunstancias asociadas a ellos, no son verdaderos con el fin de preservar al máximo su derecho a la intimidad.
Esta obra no habría sido escrita si en mi vida no hubieran aparecido personas que han soplado, a veces hasta quedarse sin respiración, para que la vela de mi existencia siempre tuviese aire para seguir adelante, y que me han ayudado para que el timón no adoptase rumbos equivocados. Afortunadamente he tenido la sabiduría y la capacidad de ir agrandando progresivamente el barco para que quepan en él todos mis seres queridos, sin los cuales mi vida sería muy otra, sin duda de calidad muy inferior.
Me gustaría nombrar a todas las personas –familiares, amigas y amigos, ex parejas, mi marido– que forman parte del mundo de mis seres queridos, la inmensa mayoría de los cuales asistieron a la ceremonia de la boda que contraje con Sergio el 8 de octubre de 2005, pero prefiero que no trasciendan del ámbito de mi corazón. Permítanme, no obstante, todas ellas que mencione expresamente a mi queridísima Victoria por tantos motivos, algunos de los cuales sabrá apreciar el lector en esta obra. Quiero también nombrar con letras de oro a mi adorado Gorka, quien compartió conmigo dos años muy duros de mi vida, años que no sé si hubiera superado sin su amor incondicional, su ternura ilimitada y su entrega absoluta.
La vida me deparó una sorpresa maravillosa en la persona de mi marido Sergio. Suyo es en gran medida el mérito de la elaboración de este libro. No sólo por haber cedido parte del escaso tiempo compartido del que disponemos por nuestras obligaciones respectivas para que pudiese revisar el texto. No sólo por la energía, los consejos y los mimos que me ha regalado para que el trabajo llegase a buen puerto. También porque durante los seis años y medio que llevamos juntos he madurado y he crecido intelectual y sentimentalmente con mi compañero de vida, y eso ha contribuido a que haya podido reelaborar las partes revisadas del libro desde posiciones de mayor rigor y solvencia. El tiempo invertido en la adaptación al castellano de Gay nauzu ha servido, después de todo, para que mi relación de amor con Sergio haya ganado más todavía en profundidad y anchura.
Tampoco sería yo lo que soy ni escribiría lo que escribo ni trabajaría en lo que trabajo si no hubiese aparecido en el curso de mi vida la extraordinaria oportunidad de bregar en Gehitu a favor de la causa de la dignidad, de la libertad y de la igualdad para las personas gays, lesbianas, transexuales y bisexuales (lgtb), labor que luego se extendió a la Federación Estatal, la FELGTB. El acertadísimo nombre de la asociación Gehitu (que significa sumar en euskera) nos exigió un gran esfuerzo a las casi cuarenta personas que la impulsamos y a todos los voluntarios y voluntarias de entre las casi seiscientas personas que han formado parte de ella durante sus diez años de andadura para que el trabajo, la trayectoria y los logros del colectivo se correspondiesen con su hermoso nombre. Gracias a todos ellos por todo lo que han hecho y por cuanto me han aportado. Es de justicia reconocer el gigantesco trabajo que han realizado estas personas, con una generosidad digna de elogio que les ha absorbido tiempo de ocio y hasta de trabajo sin recibir nada a cambio, reconocimiento que hago extensivo a quienes han cogido el testigo y han asumido responsabilidades y compromisos en el activismo lgtb.
El anhelo y el significado de Gehitu también se trasladaron al plano de las relaciones personales, de manera que de la intensidad del trabajo militante han brotado excelentes amistades. Me siento muy honrado y feliz por los extraordinarios nuevos amigos y amigas que he hecho en esa andadura común.
Quiero agradecer a Joxerra Garzia y a su compañera Amaia el aliento que me dieron para escribir Gay nauzu, a los editores de Alberdania Jorge Giménez Bech e Inazio Mujika Iraola por haber apostado por la obra, y a Lore Azkarate por la traducción realizada al castellano.
Me gustaría dirigirme a todos los padres y madres para pedirles que eduquen a sus hijos en los valores a los que me he referido, y para decirles que tengan presente que es el azar el que determina la orientación sexual de los individuos y que, en consecuencia, existe una probabilidad, por pequeña que sea, de que su hijo o hija manifieste, cuando despierte a la sexualidad, una orientación homosexual, o de que, en otro orden de cosas, tenga una identidad de género transexual.
Deseo rendir un homenaje a todas las personas que con una dignidad encomiable y una generosidad infinita han impulsado y alimentado en todo el mundo a lo largo de la Historia el movimiento lgtb (lésbico, gay, transexual y bisexual). Han conseguido poner en marcha un proceso de cambio social que aporta libertad, igualdad y justicia no sólo a las minorías que están saliendo de lúgubres catacumbas sino al conjunto de la Humanidad, tan necesitada de avances positivos. Y lo han hecho sin violencia; con la palabra, con el argumento, con el testimonio, con el tesón, con las fuerzas de la voluntad, de la razón y del compromiso, siguiendo las enseñanzas de la revolución feminista. Quisiera honrar la memoria de personas a las que conocí que ya no están entre nosotros: Jennifer Quiles, Carlos de Cires y Leopoldo Alas.
Quiero dedicarles el libro a mis sobrinos Antton e Itziar, Nuria y Amaia, y a June, que está a punto de venir al mundo, con el deseo de que, sea cual sea la orientación sexoafectiva que desarrollen, respeten la diversidad del ser humano y defiendan la diferencia y la libertad de la persona para amar a quien quiera y para ser como quiera ser.
Y quiero también dedicar el libro a todas las personas a las que quiero, con el deseo de que siga siendo merecedor de su amor. Incluyo a las que ya no están en este mundo pero continúan en mi corazón por todo lo bueno que me dieron.