18. Parejas
Los putones se relacionan en todas las combinaciones y de todas las maneras que puedas imaginar, y más. ¿Hay algún tipo de relación que pudiera incluir todas las maravillosas posibilidades? Obviamente, no. Nosotras creemos que cada relación es única en sí misma y, por lo tanto, incluso un intento de pensar en tipos y formas no va a ser capaz de expresar las verdades esenciales de lo que sucede cuando queremos a las personas.
Esta es una de las relaciones particulares y bastante inusuales que apreciamos:
Tus autoras han sido amantes, coautoras y mejores amigas durante dieciséis años, y nunca hemos vivido juntas. Las dos hemos vivido con otras parejas durante esos dieciséis años y las dos hemos sido solteras a la vez sólo durante una breve temporada. Nuestra relación es un tesoro, y ninguna otra pareja puede poner pegas: hemos estado haciendo esto durante mucho tiempo y no pretendemos cambiar. Por supuesto, si quisiéramos vivir juntas, probablemente lo habríamos hecho a estas alturas, por lo que tampoco somos una amenaza para ninguna pareja a largo plazo (mientras no te resulte una amenaza leer detalles concretos sobre las aventuras sexuales de tu pareja con su coautora; esto es un problema al que pocas personas vais a tener que enfrentaros). Para nosotras no tiene nada de milagroso que nuestra relación haya sido tan fructífera y relajada, tan íntima y llena de exploraciones durante todo este tiempo. Ambas estamos de acuerdo en que vivir juntas supondría un enorme riesgo de estropear algo muy bueno.
Todo el mundo debe escribir a medias con otra persona. Pero incluso si no escribes, puedes encontrarte haciendo conexiones que te recuerden a las que discutiremos aquí.
Aunque todas las conexiones pueden guiarse por los principios básicos que hemos discutido en capítulos anteriores, se pueden desarrollar nuevas aptitudes y conceptos por parte de brillantes putones que quieran explorar las recompensas y retos de cualquier estilo de vida en particular. En este capítulo discutiremos algunas de las muchas maneras de explorar los estilos de vida sexualmente abiertos y las maneras de hacer viables tus relaciones. Incluso si parece que lo que buscas no tiene mucho en común con cualquiera de estas maneras de relacionarse, te sugerimos leer el capítulo entero: hay ideas para todo el mundo en las experiencias de cualquiera en este estilo de vida y a veces una voz desde fuera nos puede dar la pieza del puzzle que estábamos buscando.
Hemos crecido en un mundo en el que se asumía que no había nada entre follar por deporte sin emociones y las relaciones con un compromiso a largo plazo similares al matrimonio, dejando el vasto territorio en medio abierto al descubrimiento por parte de variadas personas pioneras de las relaciones, incluyéndonos a nosotras mismas. ¿Qué maneras interesantes de relacionarse con otras personas encontraríamos (y tú también) entre esos dos polos? Cuando incluimos todas nuestras conexiones en esa foto de las relaciones, ampliamos la definición de lo que puede ser una relación.
Cada relación busca su propio nivel cuando le dejamos. Operando bajo este principio, podemos dar la bienvenida a cada una de nuestras parejas por ser precisamente quienes son. No necesitamos que sean otra persona o que aporten determinados recursos o aptitudes. Si no quieres jugar a tenis conmigo, se lo diré a otra persona, y si no quieres hacer juegos de bondage conmigo, de nuevo, alguien sí va a querer: Nuestra relación no va a ser menos por eso. Lo que compartimos es valioso por lo que compartimos. Punto.
A nosotras nos gusta ser relajadas con el sexo, pero lo que la gente quiere decir con «sexo esporádico» es quizás demasiado displicente. Sexo esporádico suena como que tenemos la obligación de mantenernos distantes: no te acerques demasiado, no esperes demasiado, evita cualquier expresión de intimidad o vulnerabilidad.
Ahora escuchamos a gente que se refiere a algunas de sus parejas como «amistades con derechos». Un eufemismo, quizás, pero un concepto interesante. ¿Por qué no debemos compartir el sexo con nuestras amistades, haciendo del sexo parte natural del amor, respeto, fidelidad y apertura de corazón que ya compartimos con nuestras amistades?
Hemos tenido las conexiones más ricas, más divertidas y maravillosas cuando hemos dado la bienvenida a nuestra vida a cada nueva persona tal y como es, sin intentar forzarla dentro de la foto mental etiquetada como «relación». Esto ha sido verdad cuando hemos estado solteras, en pareja, formando parte de un grupo familiar o comprometidas en la miríada de diferentes maneras de relacionarse que pueden inventarse unos creativos y cariñosos putones.
Emparejarse
Demasiado a menudo oímos de gente que disfruta alegremente de un estilo de vida promiscuo hasta que «se enamora». En ese momento, quizás por presión de los mensajes culturales que dicen que el amor equivale a matrimonio, que equivale a monogamia, se sumergen en un intento de llevar un estilo de vida convencional, a menudo con desastrosas consecuencias. Al menos una de tus autoras —puedes incluir aquí la compungida sonrisa de Janet— ha comprobado que no es inmune a este tipo de influencias.
No hay ninguna razón por la que las campanas de la boda, o su equivalente, tengan que romper tu antiguo círculo de amistades. Muchos putones encuentran posible combinar la estabilidad del compromiso de una vida con una pareja a largo plazo con los múltiples placeres del sexo y la intimidad con otras personas.
De todos modos, no hay duda de que ser un putón con una relación a largo plazo entraña algunos retos especiales. Mucho de nuestro bagaje cultural nos dice que el compromiso equivale a propiedad, es decir, como el chiste antiguo, un anillo alrededor del dedo equivale a un anillo sujeto a la nariz. Incluso las personas que ya van avisadas se encuentran (a veces, para su sorpresa) que sus expectativas de una relación con compromiso puede incluir el derecho a controlar muchos aspectos de la vida de su pareja.
Mientras que nosotras vamos a hablar aquí de parejas para ser claras, todos estos principios se aplican del mismo modo a tríos, cuartetos y grupos. Las relaciones toman su propia forma, pero las mejores tienden a compartir algunos principios básicos: límites, consciencia plena y deseo mutuo de bienestar para todas las personas involucradas.
Como probablemente puedes adivinar, no nos gusta demasiado la idea de que el compromiso en una relación dé a alguien el derecho a lo que sea más allá del respeto y el cuidado mutuos. Y una vez que separas el amor romántico del concepto de propiedad, ¿qué sucede? Una mujer que conocemos que nunca había estado en una relación abierta estaba sorprendida al descubrir que muchos de sus antiguas costumbres se habían vuelto irrelevantes: «¿Por qué debo preocuparme de haya pelos sueltos en la almohada, oler buscando cualquier rastro de infidelidad, cuando sé que si tiene sexo con otra persona me lo va a decir?». De todos modos, todavía hay cuestiones sobre límites, responsabilidad, amabilidad, que complementan la propiedad y promueven la viabilidad, que se deben gestionar.
Así que ¿como construyen una vida en pareja los putones enamorados? Una pareja amiga nuestra, Ruth y Edward, recuerda:
Tuvimos una relación monógama durante dieciséis años, luego la abrimos y empezamos a interactuar con otras personas. Ahora estamos intentando averiguar qué nos resulta cómodo hacer con otras personas y qué queremos reservar para nuestra propia relación. A veces, la única manera de encontrar el límite de nuestra zona de confort es cruzarlo y sentir la incomodidad. Intentamos dar pequeños pasos para que el dolor sea mínimo. Definitivamente, tenemos un compromiso mutuo y la disposición a dejar de hacer las cosas que la otra persona encuentra amenazantes.
En su mayor parte, tú te ocupas de tus cosas, reconoces y proteges tus límites, y llegas a acuerdos para ayudar a que tú y tu pareja sintáis más seguridad, pero ya hemos hablado de eso. Veamos algunos de los problemas específicos que pueden encontrar los putones que están en pareja.
Hemos dicho antes que cada pareja busca su propio nivel. Para algunas relaciones, eso es una relación a largo plazo, lo que puede incluir compartir casa, bienes propios y otras cosas. Otras pueden tomar otra forma: encuentros esporádicos, amistad, compromisos románticos que se desarrollan, etc. Pero hay gente que se encuentra que ha caído en el hábito de dejar que sus relaciones deriven inexorablemente hacia la relación a largo plazo, sin pensar mucho sobre ello ni buscarlo intencionadamente. Amistades y personas conocidas con buena intención pueden colaborar en ese proceso asumiendo que sois una pareja antes incluso de que hayáis decidido serlo. Además de eso, muchas personas se emparejan por accidente, por un embarazo imprevisto, un divorcio en el que uno de los miembros de la pareja pierde y debe dejar la casa y se muda a vivir con su otra relación, o simple comodidad. Janet recuerda:
En mi primer año en la universidad conocí a un chico que me gustaba mucho: callado y tímido, pero que cuando decía algo me gustaba mucho lo que decía. Finn y yo terminamos saliendo y teniendo sexo un par de veces. Cuando se terminó el curso, nos escribimos durante el verano. Luego llegó el otoño y yo empecé a buscar un sitio para vivir fuera de la universidad. La única habitación que pude encontrar fue una habitación doble que sólo podría permitirme si la compartía. Así que llamé a Finn y le propuse que la compartiésemos, haciendo una división en medio y durmiendo en camas separadas. Llegamos a un acuerdo.
La primera noche allí, Finn ya había conseguido un colchón y yo todavía no, así que compartimos el suyo. No sé por qué, pero nunca llegamos a poner el otro colchón. Terminamos viviendo en pareja durante dos años y luego casándonos. Ese colchón desaparecido llevó a un matrimonio de quince años y un par de hijos.
Mientras que apoyamos completamente emparejarse para las personas que lo eligen, nos gusta ver a la gente elegir sus opciones siendo un poco más conscientes de ello. Sugerimos que antes de que te dejes ir dentro de algo que no quieres realmente, lo medites y lo hables a fondo, en soledad y con la otra persona, sobre cuál es la mejor forma para esta relación en concreto. Hablad sobre qué significa el amor para ti y tu pareja y sobre cómo encajáis mutuamente en vuestras vidas.
Puedes descubrir que, a pesar de que disfrutáis de vuestra compañía y tenéis un sexo fabuloso, vuestros hábitos respecto a casa, dinero, bienes y demás son altamente incompatibles. En esta situación podríais hacer lo que han hecho generaciones de personas: vivir en pareja y pasar años intentando cambiaros mutuamente, acumulando frustración y resentimiento en el proceso. O podéis reconsiderar algunas de las suposiciones implícitas que habéis incluido en vuestra relación. ¿Tenéis que vivir en la misma casa? ¿Por qué? ¿Por qué en su lugar no disfrutas de su amistad por las cosas que te gustan y buscas a alguien más con quien compartir el resto de las cosas? La promiscuidad significa, entre otras cosas, que no dependes de una única persona para satisfacer todos tus deseos.
Si sabes que eres una persona que tiende a derivar a la vida en pareja, te sugerimos que te pases una buena cantidad de tiempo tratando de averiguar por qué has caído en ese patrón y qué esperas obtener siendo parte de una pareja. Es una idea muy buena para cualquier persona el aprender a vivir a sola, para saber cubrir tus necesidades sin estar en pareja, y así no te encontrarás buscando una pareja para cubrir unas necesidades que tienes que cubrir tú mismo. También puedes valorar experimentar distintas relaciones a las que has probado en el pasado. En lugar de buscar a tu príncipe azul o a la mujer perfecta, prueba a salir con algunas personas que te gustan y en las que confías pero a quienes no necesariamente amas, o que quizás amas de una manera más tranquila y no con mariposas en el estómago.
Para esto, como para cada cosa que te hemos contado en este libro, la clave estriba en construir tu propia seguridad interior. Si te gustas, si te quieres y te cuidas, las otras relaciones pueden organizarse solas a tu alrededor, de manera tan perfecta, como cristales. Esperamos que si llegas a estar en pareja, lo hagas intencionadamente.
Algunas ideas sobre el matrimonio
Una de las cuestiones a las que se enfrentan los putones que se emparejan es la de entrar en la unión especial, legalmente reconocida, llamada matrimonio. En un número de estados y países que va en aumento, que la relación sea del mismo sexo no exime de tener que tratar esta cuestión: el matrimonio igualitario ha sido legalmente aprobado en varios estados de los Estados Unidos, en Canadá y en un número de países europeos que va en aumento, y en otros países, algo que apoyamos completamente. Tus autoras, de todos modos, piensan que es muy importante que todo el mundo revise cuidadosamente qué manzanas estamos comprando cuando alcanzamos la porción del pastel de los derechos derivados del matrimonio. Algunas de esas manzanas tienen gusanos.
El matrimonio, tal y como se entiende en la actualidad, es el resultado inevitable del gobierno imponiendo sus estándares en las relaciones personales, legislando una única receta para todo el mundo sobre cómo las personas, en una relación sexual o doméstica, deben gestionar su vida. Aquí en California, por ejemplo, tenemos leyes de bienes gananciales, lo que significa que cualesquiera que sean los ingresos o deuda que cualquiera de los dos miembros de la pareja genere durante el matrimonio, estos pertenecen a ambas personas. Nosotras conocemos a una mujer cuyo marido, del que iba a divorciarse en breve, los hundió deliberadamente en la bancarrota porque ella estaba pensando en irse. Otros estados tienen leyes igual de arbitrarias. En algunos lugares, si vives en pareja durante siete años, se considera matrimonio, se haya querido así o no, por lo que se llama, con una sorprendente mentalidad estrecha, ley consuetudinaria.
El matrimonio, nos dicen, es un sacramento, un ritual amoroso en el que tu fe y tu comunidad bendicen tu unión. ¿Por qué, entonces, es nuestro gobierno el que dice «El Congreso no legislará sobre el establecimiento de una religión o la prohibición del libre ejercicio de la misma», cuando exige la obtención de licencias matrimoniales?
Si el matrimonio es sagrado, como nosotras pensamos que es, ¿por qué el reconocimiento legal —junto con los privilegios como cobertura sanitaria y sucesiones— está restringido a quienes aceptan cambiar sus vidas para adaptar su unión al diseño hecho por otra persona?
Si domináramos el mundo, nosotras aboliríamos el matrimonio como concepto legal, permitiendo que la gente formara parte de relaciones bajo un contrato como lo permiten las leyes perfectamente suficientes que ya gobiernan otras formas de asociarse legalmente. Las instituciones, profesionales del Derecho, Iglesias, editoriales y redes de apoyo podrían facilitar contratos modelo. Quienes quisieran representar el matrimonio como un sacramento podrían hacerlo bajo los auspicios de cualquier institución religiosa o social con la que les pareciese que congenian. En ese sistema, ningún acuerdo se daría por hecho; la exclusividad sexual, el compartir el dinero, herencias y todo el resto de temas actualmente cubiertos por las inflexibles leyes matrimoniales podrían ser elegidos conscientemente. Nos gustan mucho las elecciones conscientes.
Por supuesto, siempre habrá necesidad de leyes sobre las responsabilidades básicas que las personas adultas tienen con sus hijos o dependientes. Las exenciones tributarias y otras formas de ayuda deberían seguir estando disponibles para quienes cuidan de la descendencia y de sus mayores que realmente las necesiten. Es similar al apoyo a la educación pública: nos cuesta imaginar un uso mejor para nuestros impuestos que cubrir las necesidades de personas con discapacidad, de edad avanzada y de la generación venidera.
El amor es algo maravilloso, y creemos que sería incluso más maravilloso si todos actuásemos como personas adultas y responsables y adoptásemos acuerdos meditados sobre las bases físicas y financieras de nuestras vidas. Si realmente nos ocupásemos del tema en lugar de dejar a un papel pro-forma que dicte las decisiones en nuestro lugar, seríamos mucho más libres para amar en cualquier forma apropiada a nuestro caso.
Retos especiales para parejas
La forma de relación más común en nuestra cultura, y muchas otras, es la pareja: dos personas que han elegido compartir intimidad, tiempo y quizás espacio y posesiones ahora y en el futuro inmediato. Mientras que de la pareja se puede decir mucho —es mucho trabajo el construir una vida y que te echen una mano hace las cosas más sencillas— también ofrece algunos retos especiales.
Las ideas en esta sección están escritas por simplicidad para parejas, pero la mayoría de ellas son aplicables a tríos y grupos.
COMPETENCIA
El problema que aparece entre cómplices en la promiscuidad es la competición para ser la persona más popular, una preocupación que la mayoría hemos llevado encima en el fondo de nuestras mentes desde el colegio. A veces, los miembros de la pareja compiten entre sí para ver quién consigue más amantes o las conquistas más atractivas: Un panorama inquietante.
No podemos repetirlo lo suficiente: esto no es un concurso, no es una carrera y nadie es el premio. Una de las estrategias para frenar cualquier sentimiento de competición es ayudarse mutuamente a encontrar amantes, invertir tanto en la felicidad sexual de tu pareja como inviertes en la tuya. Alguna gente poliamor usa la palabra «compersión» para describir la sensación de alegría que se siente al ver a tu pareja sexualmente feliz con alguien más. ¿Recuerdas el climax de Reencuentro (The Big Chill), en el que una mujer le tiende una trampa a su mejor amiga con su marido para que su amiga soltera pudiese tener un bebé?
Janet recuerda haber quedado para un café con una nueva persona conocida por internet y haberle oído describir una fantasía sexual de ser mascota que era sorprendentemente similar a la que tenía la pareja de Janet en ese momento. Janet organizó una cita con su nueva conocida y su pareja esa semana, y tuvieron una larga e intensa relación (a la que se unió Janet más adelante).
Una vez Dossie estaba en una cita con un amante de hacía tiempo cuando notó que una persona atractiva intentaba cruzar la mirada con ella a espaldas de su pareja. Ella le explicó la situación a su acompañante, quien tuvo una idea genial. Fue hasta el joven en cuestión y con gran dignidad le comunicó: «A mi señora le gustaría que tuvieses su número de teléfono». El joven pareció asustado en el momento, pero la llamó al día siguiente. Dossie ha hecho uso de esta estrategia repetidamente desde entonces y la recomienda encarecidamente: ¡Siempre llaman!
PERDER LA CABEZA
Hemos señalado antes que nadie puede predecir qué profundidad de sentimientos puede existir potencialmente en cualquier relación sexual. Muchas personas nuevas en tener relaciones abiertas intentan limitar los encuentros sexuales con terceras personas a un nivel esporádico, de diversión, para evitar el terrorífico espectro de ver a su pareja enamorada, o al menos estar perdiendo la cabeza, con una tercera persona. Cuando esto sucede, todas las personas involucradas se sentirán fatal, especialmente quien se queda detrás. Es una mierda pasar meses o años luchando para hacerte responsable de tus sentimientos de celos y trabajar duro sobre tu miedo al abandono para que al final terminen dejándote.
Pero no es posible predecir cuándo o con quién se va a perder la cabeza, o si va a haber sentimientos profundos, y la mayoría de estos casos se pasan con el tiempo y no llevan a que se rompa la pareja. Sin duda no queremos marcar unos límites tan ajustados en nuestros acuerdos que excluyan a cualquier persona que nos guste. No hay una regla que nos vaya a proteger de nuestras propias emociones, por lo que necesitamos mirar más allá de las reglas para buscar soluciones y para encontrar seguridad.
Puede ayudar poner los pies en la tierra respecto a nuestras fantasías y expectativas. A menudo las nuevas relaciones son emocionantes porque son nuevas, rebosantes de excitación sexual y también aún no se han descubierto los inevitables conflictos y alteraciones que, con el tiempo, aparecen con la intimidad auténtica. Cada relación tiene una fase de luna de miel; y las lunas de miel no duran para siempre. Algunas personas se vuelven adictas a las lunas de miel (lo que puedes haber oído llamar «limerencia», «energía de la nueva relación» o por sus iniciales ENR) y algunas personas terminan revoloteando de una pareja a otra, siempre imaginando que su siguiente pareja será la perfecta. Esas personas desafortunadas puede que nunca estén con nadie lo suficiente para descubrir una intimidad más profunda y la profunda seguridad que da el enfrentarse, luchar y conquistar en pareja las partes más duras de la intimidad.
Nuestra amiga Carol dice sabiamente:
Para la mayoría, el tiempo para el sexo está conectado con el tiempo para la intimidad; dependemos de nuestras parejas para varios tipos de apoyo emocional. Así que entramos en este patrón en el que compartimos todas nuestras necesidades emocionales más importantes y nada eróticas —todo el trabajo de vivir en pareja, la enfermedad y la salud, las cosas buenas y las miserias— con nuestra pareja a largo plazo, y nos comportamos exquisitamente con nuestras otras parejas. De todos modos, mientras que estar en pareja puede suponer dejar en segundo plano la sabrosa excitación de una nueva y desconocida pareja, la intimidad que obtienes a cambio también es valiosa, y tú no puedes tener eso con alguien que has conocido hace dos semanas. El truco es encontrar una manera de manifestar las dos posibilidades en tu vida: la intimidad de compartir y la intensidad de la novedad.
Recuerda, por favor, que la fantasía es distinta de la realidad, y disfruta de tus fantasías mientras mantienes tus compromisos. Cuando tus expectativas son que perder la cabeza por alguien es una breve, aunque maravillosa, experiencia, tu pareja y tú podéis pasar a través de ella con relativa ecuanimidad y sin destruir vuestra estabilidad y amor mutuo a largo plazo.
La pareja con dos casas
No todas las parejas viven juntas. En los últimos años se ha vuelto mucho más frecuente que las uniones típicas en pareja, con toda la cercanía y larga vida de emparejarse, se extiendan, no obstante, a dos o más casas. Dossie tiene una amplia experiencia viviendo así. A veces, esta situación se acaba dando por casualidad: exigencias de la docencia o la carrera profesional, por ejemplo, pueden crear una distancia geográfica. Otras parejas han hecho la elección conscientemente, como una par de personas que conocemos que han mantenido una relación durante diez años al decidir hace tres años que debían vivir en diferentes viviendas. Según nos han contado, eso salvó su relación.
Esta elección vital, creemos, puede volverse incluso más común en el futuro. En momentos de seguridad financiera, compartir una casa ya no se hace por necesidad económica. Las personas en estas parejas pueden compartir su casa con terceras personas, no malgastando recursos innecesariamente viviendo solas. Mientras que algunas son poliamorosas, otras son más o menos monógamas. Las discusiones sobre quién duerme dónde se vuelven innecesarias cuando todo el mundo tiene su propia cama, pero esa no es la razón principal que dan estas parejas para vivir en dos casas. La mayoría simplemente siente que su relación funciona mejor de esa manera. Tus autoras, por ejemplo, han sido coautoras y amantes durante dieciséis años y nunca han elegido cohabitar. Entendemos nuestra relación como un regalo mágico que seguramente la vida diaria podría destruir (si la inexplicable necesidad de Dossie de fregar platos no lo consiguiese, ya lo haría la actitud despreocupada de Janet con las facturas).
No debemos asumir que estas relaciones representan un fracaso de la intimidad o el compromiso. En lugar de buscar qué está mal, podríamos examinar qué es exclusivo de estas relaciones en su capacidad de adaptación y qué aptitudes especiales o aprendizaje se ha desarrollado a partir de la experiencia de estas nuevas uniones y en qué cuestionan lo establecido.
A menudo los miembros de esas parejas crean rituales que mantienen la conexión cuando se separan: acuerdos sobre llamadas de teléfono, maneras de reafirmar el amor al juntarse y en las despedidas, mantenerse mutuamente al día sobre las noticias en sus vidas, marcar un espacio o tiempo como «suyo» y otro espacio o tiempo como propio de cada uno de los miembros de la pareja.
Hacer que estos acuerdos funcionen requiere ciertas habilidades planificando y respetando horas, por lo que debe trabajarse sobre las diferencias entre cómo ambos miembros manejan el tiempo y la puntualidad. Las diferencias en los patrones de deseo sexual pueden ser problemáticas cuando las oportunidades no surgen cada noche.
¿Cómo respetas el espacio de tu pareja en este acuerdo y sientes seguridad en el tuyo? ¿Tienes que irte a casa cuando quieres un poco de espacio para ti o puedes averiguar una manera de mantener un espacio propio en una casa que pertenece a uno de los miembros? ¿Cuántas cosas puedes tener en ese espacio?
Las personas suelen tener diferencias sobre con cuánto tiempo se sienten a gusto «estando en contacto» cuando están separadas: algunas personas chatean o envían SMS o utilizan la mensajería instantánea dos o tres veces al día, mientras que otras lo encontrarían una distracción excesiva. Todas las diferencias que las parejas tienen que gestionar suceden en el caso de que vivan separadas: diferencias en lo gregarias que son, en la limpieza, en los patrones de trabajo, cuánto deben centrarse en su carrera profesional, cómo administran el dinero, cuán a menudo viene tu madre a cenar. No existen dos personas con patrones idénticos en cualquiera, mucho menos en todos, estos asuntos. Y, lo sentimos, vivir por separado no es una protección automática contra la muerte del deseo en la pareja. Ni tampoco es automáticamente una oportunidad para tener sexo cada vez que se juntan, aunque a menudo nos gustaría que fuese así.
Sospechamos que las parejas que viven por separado no serán tan diferentes en su estilo de vida respecto al sexo. Puede, de todos modos, convertir en una ocasión mucho más especial el juntarse, por lo que la gente tiende a respetar esas ocasiones y está dispuesta a esforzarse un poco en hacerlas especiales.
Muchas parejas salen durante un período, a veces incluso años, antes de irse a vivir juntas. ¿Deben entonces ser consideradas parejas que vivían por separado por elección o simplemente estaban preparándose para hacerlo «de verdad»? Algunas parejas, después de salir durante mucho tiempo, pueden imaginar cómo sería vivir en la misma casa y decidir que sería una mala idea, que quizás todas esas diferencias funcionarían mejor en espacios separados. Esta decisión puede ser difícil de tomar en una sociedad en la que vivir en pareja en la misma casa es prácticamente la definición de una relación.
Una pregunta que la gente hace a menudo a esas parejas es: «Entonces, ¿cómo sabéis que sois una pareja?». Lo saben por los sentimientos que tienen mutuamente y, por extensión, por cuánto de su vida comparten. Nos gustaría ver un mundo en el que todas las relaciones fuesen respetadas y valoradas y donde se entendiese que el amor y la trayectoria de una pareja no es en absoluto menos importante simplemente porque sucede en dos casas en lugar de en una.
Relaciones con terceras personas
La relación que tienes con las relaciones de tu pareja plantea cuestiones de etiqueta que ni una experta en protocolo podría imaginar. Una pareja con la que hablamos nos dijo: «Es importante que no nos dé un asco tremendo o nos desagrade alguna de las relaciones de nuestra pareja; especialmente si va a ser a largo plazo, ayuda si los podemos tratar como amistades».
Dossie comenta:
Tuve una vez una relación con un hombre que tenía una relación principal con alguien que yo no conocía. Pedí conocerla y ella estaba valorando si se sentía lo suficientemente segura para hacerlo. El acuerdo que tenían era que, cuando Patrick tuviese una cita conmigo, Louisa concertaría una cita con su propio amante, y todo el mundo, idealmente, se sentiría a salvo y cuidado. Desafortunadamente, el amante de Louisa la dejaba plantada a menudo, y entonces Patrick me dejaba plantada, lo que empecé a encontrar inaceptable. Esta fue la primera vez que hice valer mi derecho a cierta consideración como la amante externa. Tenemos tanta costumbre de ver a la tercera persona como destrozahogares que rara vez pensamos en cómo proteger los sentimientos de esa persona. Con muchos tira y afloja, y después de la reunión prometida, Louisa finalmente aceptó que Patrick podía verme tuviese ella o no una cita, y nos ocuparíamos de que lo supiese con toda la antelación posible, de que Patrick llegase a casa a tiempo, de que ella recibiese mucho apoyo por nuestra parte. Según trabajamos todo esto, Louisa y yo nos fuimos acercando más y más. Recuerdo especialmente una noche que estábamos preocupadas por Patrick y nos sentamos a charlar sobre él hasta tarde mientras él dormía en la habitación de al lado. Louisa y yo nos volvimos muy buenas amigas y montamos un negocio juntas, impartiendo talleres y presentaciones en público. Patrick, Louisa y yo viajamos y lo pasamos muy bien. Patrick y yo terminamos alejándonos como amantes, pero mi amistad con Louisa continuó.
¿Debes conocer a la tercera persona? Nosotras creemos que sí. Si no lo haces, casi seguro que terminarás imaginando a alguien con más belleza, con más atractivo, con más instinto depredador y más amenazante de lo que podría serlo nadie en un thriller erótico de Hollywood. Además, ¿quién sabe? Podría acabar gustándote a ti…
Haz lo que puedas para llevarte bien. Si vas en contra de una de las relaciones de tu pareja, las cosas pueden complicarse mucho y puede hacer complicado encontrar situaciones equilibradas. A veces nosotras consideramos a amantes que no adoramos instantáneamente de la misma manera que hacemos con la familia política. Puede que no amemos precisamente a la esposa de nuestro hermano, o el nuevo marido de nuestra madre, pero reconocemos que esa persona se ha unido a la familia y tiene derechos y sentimientos como cualquier otra persona, por lo que buscamos maneras de ser amables en las ocasiones en las que se reúne toda la familia.
Algunas de nuestras mejores amistades son personas que conocimos porque alguien con quien estábamos teniendo sexo lo estaba teniendo también con ellas. Puede que incluso te encuentres valorando tener tú una relación con esa persona directamente. Nosotras hablamos con una mujer cuya primera experiencia con las relaciones abiertas tuvo lugar cuando su novia estuvo acostándose con otra mujer y nuestra amiga terminó enamorándose de esa otra mujer. «Mi novia se irritó un poco con esto», recuerda sarcásticamente. «Ahora todas somos una familia bien avenida, pero nos ha llevado una década llegar a eso». Te sugerimos un periodo de examen de conciencia para asegurarte de que tu motivación es amor o lujuria más que venganza o competición; y entonces, si «das negativo», ve a por ello. La verdad es que no puede sorprender que te gusten las mismas personas que le gustan a tu pareja, y atracciones mutuas como estas pueden formar núcleos duraderos y muy satisfactorios de pequeñas tribus.
Por otro lado, a veces vemos putones que sienten que tienen que tener sexo con las relaciones de su pareja. En algunos casos, ambas partes de una relación tienen un acuerdo para jugar con una tercera persona sólo cuando están en pareja. Esos acuerdos requieren que ambos miembros tengan el derecho de veto sobre potenciales terceras personas. El estar en una situación sexual con personas que no encuentras atractivas o que te resultan desagradables puede ser una muy mala idea para ti y para ellas. Por otro lado, la ética básica de un putón no debe permitir que abuses de este derecho para evitar que tu pareja tenga sexo con quien sea vetando a todo el mundo. Sin duda, puede parecer una estrategia tentadora, porque hasta que desaprendes los celos, todas las relaciones externas se presentan como una amenaza. A veces necesitas reunir fuerzas, enfrentarte a tus miedos y desaprender haciendo.
Puedes simplemente sentir que puesto que a tu pareja le gusta y desea tanto a esa persona, tú también debes hacer lo mismo, ya sea para disipar el sentimiento de culpa de tu pareja o para satisfacer algún oscuro sentido de la justicia. Por favor, no lo hagas. Simplemente, si no te excita la relación de tu pareja, no te dejes meter en una situación en la que sientes que tienes que tener sexo por educación. Hay otras maneras excelentes de relacionarse con la gente. Prepara una cena especial, id al cine, jugad a las cartas o busca otra manera de ayudar a esa persona a sentirse aceptada en tu vida.
Esto, a su vez, plantea una cuestión importante: ¿cuánta responsabilidad tienes en que la pareja de tu pareja se sienta segura y bienvenida? Nosotras dos hemos tenido muchas y largas conversaciones al teléfono asegurándole a la pareja de nuestra pareja que sí, que de verdad no hay problema y que pases un buen rato, cariño. Nosotras creemos que tus propias necesidades deben ser lo más importante para ti, y que si realmente no puedes servir de apoyo a esa persona y hacer que se sienta bienvenida entonces el comportarse civilizadamente debe ser suficiente. Por otro lado, también pensamos que es cortés el ser tan amigable como puedas sin tener que apretar los dientes y forzar una sonrisa. Como mínimo, te sugerimos que pruebes a tranquilizarla un poco sobre el hecho de que no está en una competición, que a ti no te está dañando nada de lo que está pasando, y que eres capaz de ocuparte de tus propias emociones; en otras palabras, una promesa de ser responsable de tus propios asuntos y de no culpar a terceros. Después de todo, esas personas entran en tu vida porque compartes con ellas algo muy importante: la creencia de que tu pareja es la persona más atractiva del mundo. Algunas parejas se toman muy en serio el hecho de conocer y hablar con posibles amantes, y nosotras sugerimos esta estrategia cuando tu modelo de poliamor requiera que incluyas a la nueva persona en tu familia. Las personas con criaturas, por ejemplo, se preocupan mucho sobre quién visita su casa y quién podría terminar siendo el tío o tía de su prole. Algunas personas poliamor no tendrán sexo con su amante hasta que todos estos temas se hayan tratado, y es una buena decisión si encaja en tu estilo de vida: los compromisos a largo plazo puede ser una muy buena idea.
Una vez que pasa el enamoramiento, algunas personas encuentran un, a menudo inesperado, espacio a largo plazo en tu vida, como el amante que se ha convertido en el tío favorito de tu prole o que se asocia con tu pareja para hacer negocios. Otras pueden irse, y cuando se van sintiéndose bien, puede que vuelvan en el futuro, cuando de nuevo hay un espacio para ellas en tu vida o para ti en la suya. Y así, el putón poliamoroso infinitamente conectado construye su red de familias ampliadas y tribus.
Dos de nuestros putones favoritos han estado juntas durante más de veinte años, amándose mutuamente y a otro montón de maravillosas personas. Un año, en el cumpleaños de Tina, Trace le compró lo que nos parece el regalo de cumpleaños definitivo: tres abonos para una serie excelente de actuaciones… uno para Tina, otro para Trace y otro para quien eligiese Tina entre sus amantes para cada evento. (¡Dossie consiguió ir a ver a Ravi Shankar!).
Principal y principal y…
Algunos putones muy capaces mantienen más de una relación principal. Dossie conoce a una pareja así, Robert y Celia, desde hace casi cuatro décadas. Criaron juntos a las dos criaturas de anteriores relaciones y posteriormente a sus nietas y nietos. Cada cual tiene su relación principal, ambas usualmente mujeres, y relaciones familiares con todas sus pasadas relaciones. La pareja externa de Robert, May, era originalmente amante de Judy, la amante de Celia, en 1985, luego lo fue de la propia Celia y, finalmente, de Robert desde 1998 hasta hoy y, es su intención, en el futuro. Hace algunos años Miranda y Celia vivían en el piso de arriba, y Robert y May abajo. Actualmente Cheryl, otra de las antiguas amantes de Celia, vive arriba y ayuda con las nietas y nietos. Miranda, otra de las ex de Celia, hace una visita dos días a la semana desde que vive fuera de la ciudad pero va a la universidad que está cerca. ¿Ya te has mareado? Todas estas personas, más otras muchas amistades y relaciones de distintos grados de intimidad, presentes y pasadas y, a su vez, muchas de sus amistades y amantes, forman una familia extensa a largo plazo que ha vivido, amado y criado su prole unida durante cerca de cuarenta años y tiene pensado cuidarse mutuamente cuando sus miembros envejezcan. Nos impresiona.