15. Cómo alcanzar acuerdos
La mayoría de las relaciones con éxito, desde encuentros casuales a monogamia de por vida, se basa en suposiciones que, en realidad, son acuerdos tácitos sobre el comportamiento: no se besa al cartero; no le das propina a tu madre. Estas son las reglas no escritas que aprendemos muy pronto en la vida, de padres y madres, de las amistades de la infancia y de nuestras culturas. Las personas que rompen estas reglas no escritas son a menudo consideradas raras, a veces incluso algo locas, porque los valores y juicios detrás de los acuerdos sociales sobre cómo nos relacionamos mutuamente están tan profundamente arraigados que normalmente no somos conscientes de que hayamos llegado a ningún acuerdo en absoluto.
En muchas relaciones cotidianas, como la relación con nuestros vecinos o colegas de trabajo, probablemente está bien confiar en esos acuerdos implícitos. Pero cuando estás intentando algo tan complicado y sin precedentes como la promiscuidad ética, nosotras creemos que es importante que no des nada por hecho. Habla con las personas en tu vida sobre vuestros acuerdos, negociad las condiciones, entornos y conductas que cubrirán vuestras propias necesidades y respetarán los límites de todo el mundo.
A menudo oirás que la gente habla de las reglas en sus relaciones. Pero «reglas» implica una cierta rigidez, que hay una manera correcta y una equivocada de llevar vuestra relación y que habrá consecuencias si lo haces mal. Nosotras entendemos que hay tantas maneras diferentes en las que la gente puede elegir relacionarse mutuamente, que preferimos usar la palabra «acuerdo» para describir decisiones conscientes previamente estipuladas, diseñadas para ser lo suficientemente flexibles para adaptarse a la individualidad, el desarrollo y el cambio. A veces estos acuerdos son un poco difusos, especialmente si tienes la costumbre de las reglas estrictas. Cierta indefinición está bien; tu acuerdo se aclarará más tarde si hay necesidad, o no, en cuyo caso es que es lo suficientemente claro.
¿Cómo saber cuándo necesitas un acuerdo? Puedes saberlo escuchando tus emociones. Si surge algo que te deja triste o que te enfada o que te hace sentir que no te escuchan o lo que sea, esa es un área en la que puede que tu amor y tú tengáis que analizar si llegar a un acuerdo. Nosotras te sugerimos que abandones ahora la idea de que puedes predecir cada una de las situaciones que pueden surgir en tu relación y hacer una regla que la contemple: olvídalo. Muchos acuerdos perfectamente válidos se hacen sobre la marcha: surge un problema, y en lugar de discutir sobre de quién fue la culpa, la gente simplemente llega a un acuerdo para evitar que ese problema vuelva a aparecer o para gestionarlo cuando lo haga.
Una pareja amiga, Laurie y Chris, se han convertido en personas extraordinariamente flexibles a la hora de elaborar acuerdos gracias a practicar mucho:
Nos conocimos en la Feria del Renacimiento y conectamos muy profundamente desde el principio. Aunque no nos sentíamos en disposición de casarnos inmediatamente, nos casamos por handfasting (un antiguo ritual celta de compromiso romántico) cinco meses después de habernos conocido. Nuestro handfasting incluía un acuerdo por el que si todavía queríamos estar juntos un año y un día después, nos casaríamos. Y lo hicimos.
Cuando decidimos por primera vez casarnos por handfasting, Chris propuso un acuerdo por el que seríamos libres para tener sexo con otras personas sólo durante la Feria, en ningún otro momento. Laurie se sintió escandalizada por su propuesta e insegura sobre qué podría pasar. Así que decidimos posponer la decisión hasta la Feria del verano siguiente, después de habernos casado.
Durante el primer año de nuestro matrimonio, el acuerdo era para la Feria únicamente, y después de eso, lo ampliamos a los talleres preparatorios de fin de semana además de la propia Feria. En una de ellas, Laurie conoció a un chico con el que se involucró bastante seriamente: era nuestra primera relación regular fuera del matrimonio. En ese punto, las cosas llevaron a que Laurie pasara mucho tiempo con su otro amante y a Chris no le gustaba demasiado; sentía que no estaba disponiendo de tiempo suficiente con Laurie.
Así que renegociamos. Decidimos que ella o yo podíamos pasar la noche con otra relación dos veces al mes. Teníamos la sensación de que dos veces al mes sería lo suficientemente a menudo como para divertirse, pero no tan a menudo como para alimentar un vínculo muy fuerte con otra persona. Esto ha funcionado bastante bien durante un tiempo, aunque hemos hecho acuerdos caso por caso una o dos veces.
Estamos todavía solucionando algunos fallos. Entre otras cosas, esperamos tener descendencia dentro de poco tiempo, y no sabemos cómo afectará un bebé a nuestra relación. ¡Pero nuestros acuerdos han sido siempre cuando menos tolerables y a veces nos han supuesto una válvula de escape que ha evitado que huyésemos con terror de la relación!
Chris y Laurie han tenido dos criaturas en los once años que han pasado desde esta entrevista y siguen todavía en pareja y siguen siendo felizmente putones.
Consentimiento
Así qué ¿en qué consiste un buen acuerdo? En nuestra opinión, el distintivo más importante de un acuerdo es el consentimiento, que nosotras definimos como «la colaboración activa destinada al placer y bienestar de todas las personas involucradas». En el caso del poliamor, este consentimiento a menudo incluye personas no involucradas directamente: otras relaciones, niños y otras personas cuyas vidas pueden verse afectadas por nuestros acuerdos.
Definir un consentimiento a veces puede ser complicado. Si alguien da su consentimiento bajo presión, no pensamos que cumpla el criterio de «colaboración activa». Y no puedes dar tu consentimiento a algo que ignoras: «Bueno, tú no dijiste que no pudiese volar a Boise dos semanas con esta azafata que acabo de conocer» no es haber dado consentimiento.
Para conseguir ese tipo de consentimiento activo, resulta crítico que todas las personas involucradas acepten la responsabilidad de conocer sus propios sentimientos y comunicarlos; pero esto no es siempre fácil. A veces los sentimientos no quieren ser empujados a la superficie para ser examinados. Quizás simplemente sabes que te sientes mal. Date el tiempo y apoyo que necesites para llegar a conocer ese sentimiento, quizás usando alguna de las estrategias de las que hablamos en el capítulo 13, «Guía para manejar los celos». Si sientes que necesitas ayuda para definir qué te está sucediendo, está bien solicitar que te ayuden, posiblemente pidiéndole a una de tus relaciones o a una amistad más neutral que entienda las relaciones múltiples que te dedique algo de tiempo para escucharte. Que te reconforten física o verbalmente a menudo mejora mucho las cosas y, a veces, una amistad razonable o tu terapeuta pueden hacer las preguntas correctas para ayudarte a desentrañar un sentimiento complicado. Una vez comienzas a escuchar a tus propios sentimientos, te será mucho más fácil comunicar tus necesidades y deseos de forma que todo el mundo puede escucharlos y alcanzar a acuerdos para ayudar a cubrirlos.
La mayoría necesitamos algo de apoyo para pedir lo que queremos. Cuando estamos llegando a un acuerdo, necesitamos sentir la seguridad de que las necesidades que desvelamos no serán usadas en nuestra contra. La mayoría nos sentimos muy vulnerables cerca nuestros límites emocionales, por lo que es importante que esos límites se reconozcan como válidos: «Necesito sentir que me quieres», «necesito sentir que soy importante para ti», «necesito saber que te gusto físicamente», «necesito que me escuches y te preocupes por mí cuando algo me hiere».
Culpar, manipular y abusar no son parte del proceso para alcanzar acuerdos. El proceso de llegar a un buen acuerdo incluye el compromiso de todas las personas involucradas de escuchar mutuamente sus preocupaciones y sentimientos con una mentalidad abierta y sin prejuicios. Si estás esperando a que tu pareja descubra una de sus debilidades para usarla como munición para «ganar» la discusión, aún no tienes la capacidad de llegar a un acuerdo satisfactorio.
Perderse en sutilezas legales es otro enemigo de los buenos acuerdos. Conocemos una pareja cuyo acuerdo era que cualquiera de los dos miembros avisaría al otro en un plazo de veinticuatro horas si iba a tener sexo con otra persona. Uno de ellos llamó al otro desde otra ciudad para decirle que había tenido sexo con alguien la noche anterior. «Pero tú dijiste que me avisarías con un plazo de veinticuatro horas», dijo llorando. «Yo nunca dije que fuese veinticuatro horas antes», señaló él. Esta conducta de estar buscando lagunas legales dejó a los dos la sensación de que el acuerdo no había funcionado. La moraleja: claridad, detalles concretos y, sobre todo, negociar de buena fe. No se trata de volver a engañar.
Los acuerdos deben ser realistas y estar claramente definidos. Si no tienes la seguridad de que vas a respetar un acuerdo, quizás es el momento de redefinir ese acuerdo. Es poco realista, por ejemplo, pedir a tu pareja que no tenga interacciones sexuales con personas que le importan «demasiado». No es posible definir «demasiado», y poca gente concibe nuestra utopía poliamorosa como un mundo en el que sólo puedes tener sexo con personas que no te importan en absoluto. Nadie puede llegar al acuerdo de que sentirá esto o aquello. Nuestros acuerdos deben dejar espacio para las emociones reales, sean las que sean. Un acuerdo más concreto sería limitar las citas con terceras personas a una al mes, que podría cumplir el mismo objetivo.
Los acuerdos no tienen que ser iguales. Las personas somos diferentes y únicas, y lo que toca mis puntos débiles puede no ser un problema en absoluto para ti. Así, una persona puede considerar muy importante que su pareja no duerma fuera de casa, mientras que ese miembro de la pareja podría disfrutar de la oportunidad ocasional de ver a solas una película hasta tarde y comer galletas en la cama. Una amiga nuestra dice:
Bill y yo tenemos necesidades muy distintas en lo relativo a las relaciones. Yo no siento la necesidad de ser monógama; estoy cómoda teniendo sexo con la gente que me gusta, pero no son asuntos del corazón, mientras que sus contactos sexuales son o muy casuales, como en fiestas, o muy profundos y a largo plazo. Hemos llegado a acuerdos que cubren las necesidades de los dos: la mía de tener amistad con mis amantes y amigos con derecho a roce, y la suya de relaciones secundarias a largo plazo.
La equidad no significa una igualdad exacta. La equidad significa que cuidamos cómo se siente la otra persona y llegamos a acuerdos que ayuda a que todo el mundo se sienta lo mejor posible.
Cuando la mayoría de la gente piensa en acuerdos para una relación abierta, piensa en empezar haciendo una lista de las cosas que su pareja no debe hacer: no la beses en la boca, no le trates mejor que a mí. Algunos «nunca harás» son necesarios: se necesita tener acuerdos, por ejemplo, sobre relaciones sexuales con familiares, vecinos y colegas de trabajo. Pero en realidad muchos acuerdos negativos tienen que ver con proteger a tu pareja para que no se sienta herida o celosa, y no somos muy fans de esta clase de acuerdos, aunque admitimos que a veces tienen sentido como un paso intermedio. Pensamos que los mejores acuerdos para proteger a tu pareja del dolor emocional deben ser positivos: tengamos una cita especial el próximo fin de semana; encontraré tiempo para escucharte cuando algo te hiera; te diré cuánto te quiero una y otra vez.
Todo el mundo necesita un sentimiento de seguridad emocional para lograr sentir seguridad en las relaciones abiertas, pero pensar en acuerdos que ayuden a ambos miembros de la pareja a sentirse emocionalmente seguros puede resultar confuso. En algún momento del proceso de desaprender los celos pediremos a nuestra pareja que arriesgue, que acepte algunos sentimientos dolorosos, que se caiga un par de veces para aprender a llevar la bicicleta emocional del amor realmente libre.
Una manera de llegar a acuerdos para respetar los límites emocionales es preguntar qué te haría sentir un poco más de seguridad —que te tranquilicen, halagos, cariño, un ritual especial al llegar a casa después de una cita— y entonces, cuando eso funciona y te sientes algo mejor, avanzar otro paso hacia sentir más seguridad, y pronto te sentirás con la suficiente seguridad para llevar tu exploración más y más lejos. Cada pequeño paso en la dirección hacia la libertad te llevará al final hasta allí. Una de las cosas que funcionan cuando nos tranquilizan es que una vez entendemos que nuestra pareja, o parejas, o incluso sus parejas, están dispuestas a ayudarnos con nuestros sentimientos, sentimos más seguridad y necesitamos menos y menos protección según avanzamos.
Lo más importante que debemos recordar sobre los acuerdos es que el objetivo de un acuerdo es encontrar la manera en que todo el mundo pueda salir ganando.
Algunos acuerdos
Hemos estado preguntando entre nuestras amistades y colegas para averiguar qué tipos de acuerdos les han funcionado en sus relaciones. Esta es una lista parcial de los acuerdos que hemos oído de algunos putones que han tenido mucho éxito con ellos.
Date cuenta según lees cuántos tipos diferentes de acuerdos hay: algunos son sexuales, algunos orientados a la relación, algunos «harás» y algunos «nunca harás», algunos logísticos y algunos sentimentales. Igual que debes saber que no recomendamos ninguno de estos, también debes darte cuenta que algunos son mutuamente excluyentes. Esta lista la ofrecemos como punto de partida para discutir, no cómo ha de ser. Todo el mundo tiene que llegar a algún acuerdo sobre salud sexual y sexo seguro:
- Siempre usamos condones y protección para cualquier intercambio de fluidos.
- Siempre pasamos la noche en pareja excepto cuando uno de los dos está de viaje.
- Yo cuidaré las criaturas de todo el mundo este fin de semana, tú lo haces el próximo.
- Ni tú ni yo haremos [acto sexual concreto] con otras personas.
- Cualquiera de los dos miembros puede vetar las parejas potenciales del otro.
- Siempre nos avisamos antes de otras relaciones potenciales.
- No me cuentes nada de tus amantes.
- Cuéntame todo lo que hiciste con tus amantes.
- Tus otras relaciones deben ser del mismo sexo/sexo opuesto.
- Siempre nos presentamos mutuamente nuestras relaciones, nada de personas desconocidas.
- El sexo con terceras personas sólo será: sexo en grupo/sexo en fiestas/sexo anónimo/sexo con compromiso…
- Debemos consultarnos mutuamente después de haber estado con una persona nueva para comprobar que todo está en orden.
- Repartimos entre todo el mundo lo que hay que pagar a la canguro.
- Vemos a las terceras personas sólo los viernes por la noche.
- Los sábados por la noche son nuestros.
- Asegúrate de reservar algo de energía sexual para mí.
- El sexo con otras relaciones debe ser fuera de nuestra cama/ casa.
- Ponemos límites a las llamadas de teléfono, tiempo en internet, etc., con las otras relaciones.
- Programamos tiempo de calidad en pareja.
- Establecemos acuerdos sobre quién puede hablar de qué con quién.
- No te quites el anillo que te regalé.
- Pequeños regalos y tarjetas me ayudan a tener una menor sensación de abandono.
- ¿Quién está demasiado cerca para tener sexo? ¿Vecinos? ¿Tus amistades del colegio? ¿Colegas de trabajo? ¿Amistades cercanas? ¿Ex amantes? ¿Tu médico? ¿Tu abogada/o? ¿El terapeuta de tu pareja? ¿Tus hermanas/os?…
- Después nos pasaremos una hora abrazándonos y reconectando.
Predictibilidad
Nuestra experiencia es que necesitamos cierta predictibilidad para gestionar el estrés de las relaciones abiertas. La mayoría de la gente puede gestionar una situación estresante si sabe cuándo va a suceder y cuándo va a terminar. Puedes planear hacer algo que te ayude como quedar con alguna de tus amistades, ir a ver una película, visitar a tu madre, lo que sea, y dite a ti mismo que sólo tienes que gestionar estas cosas durante un período de tiempo y después tu cariño volverá y quizás podréis planear celebrarlo en pareja.
La mayoría de la gente lo pasa mal con las sorpresas; pueden sentar como la explosión de minas antipersona. Muy pocas de nosotras estaríamos cómodas viviendo con la posibilidad de que nuestra pareja pudiera volver a casa con cualquier persona en cualquier momento, de cualquier fiesta a la que vamos, del restaurante en el que se suponía que íbamos sólo a tomar un café. Ningún lugar y ningún momento serían seguros. La pareja de una conocida nuestra estaba trabajando en la punta opuesta del país de donde trabajaba su pareja en un momento en que él estaba luchando por primera vez para gestionar sus celos. Él llegó al acuerdo de que quería saber cuándo su pareja estaba teniendo sexo con alguien porque, como decía, «Si sé cuándo ha salido con alguien, también sé cuando no lo ha hecho y entonces puedo relajarme la mayoría del tiempo».
Si sientes que planear quita mucha espontaneidad a tu vida, piensa entonces en declarar vía libre una noche o un fin de semana al mes, y así puedes decidir si vas a buscar aventuras con tu pareja o si lo pasarás en un ambiente más tranquilo. Un acuerdo para ser impredecible en momentos determinados es, después de todo, predecible.
Cuando no hay un acuerdo
Hay probablemente muchas cosas en tu vida en las que sientes que hace falta llegar a un acuerdo. Todo el mundo tiene que gestionar las diferencias en sus relaciones en todo momento, como te puede contar una persona nocturna casada con una persona a la que le gusta madrugar. De todos modos, la ausencia de acuerdos puede resultar menos cómoda en el delicado terreno de las relaciones sexuales. Cuando los ánimos están caldeados, especialmente en temas sexuales, es fácil querer creer que nuestra manera de hacerlo es la correcta y las otras son equivocadas.
Una manera de evitar la trampa de convertir una discrepancia en una discusión moral estriba en fijarse cuidadosamente en la responsabilidad. En este desacuerdo, a fin de cuentas, ¿quién es responsable de qué? ¿Cuánto se ha implicado A en esta elección, en qué lo ve distinto B y qué tememos que podría pasar si no nos ponemos de acuerdo? Intentad tener realmente claro qué siente cada persona antes incluso de pensar qué queréis hacer sobre este tema. Entender tus propias emociones y las de tu pareja te llevará a nuevas y mejores ideas para los acuerdos o soluciones de vuestros conflictos.
Puede ayudar el recordar que has estado viviendo con diferencias y desacuerdos con todo el mundo en tu vida desde que los conociste. Cuando descubres una discrepancia sexual con una persona, probablemente ha estado ahí todo el tiempo y aun así os gustáis mutuamente y compartís un montón de cosas buenas. Recuerda que lo habéis estado llevando bien sin este acuerdo en concreto. Si has llegado tan lejos, puedes vivir con la ausencia de un acuerdo un poco más de tiempo. Deja que el tiempo sea tu amigo, y cuando se trate de una diferencia complicada, daos el tiempo suficiente para explorar en profundidad los sentimientos que están causando el desacuerdo y acordad llevar una vida gratificante mientras lo hacéis. Podéis estar de acuerdo en discrepar. Entre el «sí» de un acuerdo absoluto y el «no» de un desacuerdo radical hay una gran zona gris de sin-acuerdo-todavía, o de desacuerdo-tolerable o incluso de ¿qué-más-da?
A veces te será posible llegar al final a un acuerdo; y otras no. Ocasionalmente, de todos modos, vas a llegar a una zona en la que el acuerdo es a la vez necesario e imposible. Para muchas personas, el tema completo de la no monogamia puede ser uno de ellos; tener descendencia es otro punto frecuente de desacuerdo. Nosotras os sugerimos que seáis flexibles, y busquéis el compromiso, si es posible con la ayuda de terapeutas competentes.
Pero si el acuerdo simplemente no se puede alcanzar, creemos que las habilidades aprendidas mientras tratabas de llegar a un acuerdo pueden ser muy útiles, como la práctica de no echar la culpa, no juzgar y no manipular, mientras trabajas para cambiar o incluso terminar una relación en la que no es posible reconciliar las diferencias.
Algunas personas acuerdan terminar una relación y descubren que, más adelante, cuando el estrés de la separación ha desaparecido, pueden llegar a un acuerdo para tener un nuevo tipo de relación con la misma persona. Otras no son capaces. Pero sea como sea, la discusión franca y sincera llevará a un resultado más claro y menos estresante.
DEJANDO ESPACIO PARA LA DIFERENCIA
Podría ser que tú y tu amor tengáis diferentes visiones sobre qué sería el poliamor en vuestro caso. Para una persona podría significar mucho sexo por diversión, aventuras de una noche, o jugar en fiestas; la otra puede anhelar una relación primaria y una relación secundaria especial. Algunas personas disfrutan teniendo varias relaciones que crean familias ampliadas a partir de sus amantes y amantes de sus amantes; otras buscan un matrimonio de grupo para tres o cuatro personas.
Negociar la diferencia, de todos modos, es posible y se hace con éxito cada día. ¿Qué sucede si una persona quiere SM, o tantra, u orgías salvajes y la otra quiere paseos por la playa al atardecer? Una vez has abierto tu relación a otras personas que pueden ser más tolerantes con esos deseos, todo es posible: Dossie ha trabajado con varias parejas con este tipo de diferencias. Los acuerdos pueden ser asimétricos, tener en cuenta los diferentes deseos y sentimientos, y cada individuo puede necesitar diferentes tipos de seguridad. La persona amante de las relaciones puede sentirse tímida y poco moderna, la persona a la que le gusta la fiesta puede sentirse juzgada o amenazada por parejas a largo plazo, y cada una necesita que sus propios sentimientos sean valorados y cuidados.
Llegar a un acuerdo
Así que ¿cómo consigues un acuerdo que funcione para todo el mundo? Un buen punto de partida es empezar definiendo vuestros objetivos. Un objetivo no es lo mismo que un acuerdo; un objetivo es lo que tu estás intentando conseguir, y el acuerdo es el medio que estás usando para llegar allí. Por ejemplo, si tu objetivo es evitar que ningún miembro de la pareja sienta que se han aprovechado de él, tu acuerdo podría hacerse para prevenir que se vulnere el tiempo, espacio y enseres personales. Así que empezad por tener claro en qué consiste una vulneración para cada persona involucrada, y usadlo en vuestros acuerdos.
A menudo descubrirás un objetivo al tropezar con un problema: «Ayer por la noche, cuando tú y Sam estabais en el dormitorio, yo tenía los pies congelados y no pude entrar a buscar mis zapatillas». El objetivo es evitar que este problema surja de nuevo: ¿Qué tipo de acuerdo podría ayudar a conseguir ese objetivo? Contestar a esta pregunta requerirá una mirada honesta (y a menudo difícil) sobre cuál es el problema real: ¿Es que tus pies están fríos, es que te molesta que te echen de tu propio dormitorio, o es que lo sientes como una amenaza y que te han dejado de lado?
Una vez has definido tu problema y tu objetivo, es momento de empezar a hacerse una idea de cuál sería un buen acuerdo.
Podría ser oportuno llegar a un acuerdo de prueba y poner un límite de tiempo (un fin de semana, una semana, un mes, un año) en vuestro acuerdo recién alcanzado para ver cómo se sienten todas las personas involucradas. Cuando termine el plazo, os podéis sentar a discutir qué funcionó, qué no, y si continuar con el acuerdo, revisarlo o abandonarlo.
En nuestra experiencia es raro que un acuerdo dure toda la vida sin ningún cambio: los seres humanos cambian, y otro tanto ocurre con los acuerdos. La manera en que puedes saber que tu acuerdo necesitar cambiar es cuando alguien ya no está de acuerdo con él. Janet y una de sus parejas, por ejemplo, empezaron su relación con un acuerdo según el cual podían tener sexo con otras personas, pero no podían enamorarse de nadie más. Hasta que una lo hizo. (A posteriori, parece un acuerdo bastante ridículo; ¡como si pudieses decidir enamorarte o no!). Ella recuerda:
Hubo un período en el que hacíamos «controles» una o dos veces al día. Esto es una situación que no nos habíamos planteado nunca. Nos dimos cuenta de que era importante disfrutar del momento y apoyarse en cosas concretas: «Sí, está bien que ella duerma fuera de casa si he salido de la ciudad; no, no es aceptable que nos lleves a las dos personas a la misma fiesta». Nos encontramos que durante esta experiencia, como durante otras similares que hubo más adelante, la palabra «enamorarse» nos hacía entrar un poco en pánico, que los acuerdos que se basaban en factores medibles como el tiempo, comportamientos y espacio nos funcionaban mejor.
Cuenta con tener que probar algunos acuerdos y comprobar que no funcionan, y cuenta con tener que cambiarlos. Mejorarás este proceso con la práctica, y con el tiempo podrás conocer tan bien tus necesidades y las de tu pareja que el negociar los acuerdos resultará sencillo. Pero al principio, mientras estás aprendiendo, la pulcritud no será tan importante como la tolerancia.
Cuando empiezas por primera vez, algunas de estas discusiones pueden volverse bastante acaloradas. Recuerda, la ira es un sentimiento que te dice qué es importante para ti. Lo que es constructivo en estos momentos complicados es lo que aprendes sobre tus parejas y sobre ti.
Recuerda que hay muchas maneras buenas de estructurar tu promiscuidad. La estructura no es lo que te protege de los sentimientos complicados, es tu habilidad para cuidar de ti lo que cuenta. Así que sea cual sea la estructura que elijas, no te aferres a ella demasiado. Tus acuerdos no están cuidando de ti; tú lo haces.
No te desanimes. Todos los putones con éxito que ves, que parecen tan despreocupados, han luchado por sus acuerdos. Tú también puedes trabajarte tu camino a través de esta enmarañada red de suposiciones y emociones y aprender a amar con sinceridad y libertad.