SODOMÍA: DE LOS JUDÍOS A LA INQUISICIÓN
El término sodomía proviene del nombre de la antigua ciudad Sodoma (SeDoM en hebreo, derivado de la raíz SOD = secreto), la cual, según la Biblia, fue destruida por Dios por sus muchos pecados. En el habla actual se identifica con la práctica del sexo anal a pesar de que Sodoma, en la Biblia, no fue castigada por dichos actos.
Tradicionalmente, los pecados que la ciudad de Sodoma cometía han sido conocidos como la práctica del sexo anal entre varones homosexuales, de hecho, en el imaginario popular y clerical, la razón del castigo era la práctica de la homosexualidad (por lo menos masculina) por parte de los sodomitas, la cual pasó a llamarse sodomía.
El erudito trabajo de John Boswell Cristianismo, Tolerancia Social y Homosexualidad. Los gays en Europa occidental desde el comienzo de la Era Cristiana hasta el siglo XIV explica con mucho rigor los malentendidos que hay en el origen de esta interpretación del término sodomía.
«La idea de que la conducta homosexual es condenada en el Antiguo Testamento proviene de varios pasajes. Probablemente el más conocido, y sin duda el que más influencia ejerció, es el relato de Sodoma, en Génesis, 19. En verdad, Sodoma dio su nombre a las relaciones homosexuales en lengua latina: a lo largo de la Edad Media, tanto en latín como en cualquiera de las lenguas vernáculas, la palabra más próxima a homosexual fue sodomita. Sin embargo, la interpretación puramente homosexual de aquel relato es relativamente reciente. Ninguno de los muchos pasajes del Antiguo Testamento que se refieren a la depravación de Sodoma sugiere delito de tipo homosexual, de modo que las asociaciones homosexuales tienen que tener su origen en tendencias sociales y en una literatura muy posteriores. No es probable que tales asociaciones desempeñaran un papel importante en la determinación de las actitudes de los primeros cristianos. Sobre la única base del texto, parecería que podrían extraerse cuatro conclusiones sobre la destrucción de Sodoma: 1) que los sodomitas fueron destruidos por la depravación general que, en primer lugar, incitó al Señor a enviar ángeles a la ciudad para que investigaran; 2) que la ciudad fue destruida porque el pueblo de Sodoma trató de violar a los ángeles; 3) que la ciudad fue destruida a causa de que los hombres de Sodoma trataron de inducir a los ángeles a involucrarse en relaciones homosexuales con ellos (obsérvese que no es lo mismo que 2); en la ley judía, la violación y la relación sexual son delitos que se castigan independientemente); 4) la ciudad fue destruida por no tratar con hospitalidad a los visitantes que enviara el Señor.
Aunque es la más evidente de las cuatro, la segunda posibilidad ha sido ampliamente ignorada por los estudiosos antiguos y modernos de la Biblia, probablemente debido a las ambigüedades que rodean a la violación homosexual. Desde 1955, los estudiosos modernos se inclinan cada vez más por la interpretación 4) subrayando que los matices sexuales del relato, si bien estaban presentes, eran de carácter secundario, y que el impacto moral del pasaje se relacionaba con la hospitalidad. Para decirlo brevemente, la tesis de esta línea de investigación sostiene que Lot violaba la costumbre de Sodoma (donde no fue ciudadano, sino meramente “residente”), al recibir por la noche a huéspedes desconocidos en el recinto amurallado de la ciudad sin el permiso de los ancianos de esta. Cuando los hombres de Sodoma se reunieron para pedir que se llevara a los forasteros a su presencia, pues “ellos querían conocerlos”, no querían decir otra cosa que “saber” quiénes eran, y, en consecuencia, la ciudad no fue destruida por inmoralidad sexual, sino por el pecado de falta de hospitalidad con los forasteros[23]».
La sodomía en la Edad Media y en la Edad Moderna incluía diversos «actos contra natura», pero principalmente era empleada en el caso del sexo anal. Como hemos visto, el origen del término está en la Biblia, en la historia de Sodoma y Gomorra. La identificación del «pecado de Sodoma» con el sexo anal y no con la falta de hospitalidad o la lujuria en general, se documenta por primera vez en san Agustín. La palabra «sodomía» aparece por primera vez en el siglo XI, en el Liber Gommorrhianus del monje benedictino Petrus Damianus, para el que la palabra incluía todas aquellas actividades sexuales que no servían para la reproducción. Las lesbianas eran ignoradas en gran medida aunque las mujeres que practicaban el sexo anal también caían bajo el epíteto sodomita. Como veremos más adelante en el apartado sobre Foucault y la aparición del «homosexual», la sodomía no describía un «tipo de personalidad», sino solo el acto sexual en sí.
Las primeras persecuciones de homosexuales a causa del sexo anal son de mitad del siglo VI cuando el emperador bizantino Justiniano y su esposa Teodora prohíben los «actos contra natura» por motivos políticos amparándose en razones religiosas. La ley preveía como castigo la castración y el paseo público por las calles. No hay pruebas de que la iglesia ortodoxa apoyara el edicto en ningún momento.
Hasta el siglo XIII, la sodomía no era castigada en la mayoría de los países europeos, no era más que uno de tantos pecados que aparecían en los textos eclesiásticos. La actitud cambió en el transcurso de las cruzadas, en las que la propaganda anti-islámica identificaba a los musulmanes con sodomitas que violaban a obispos y niños cristianos (ya vimos que el sodomita es siempre «el otro»). Poco después, se identificaba la sodomía con la herejía y, entre 1250 y 1300, se introducían leyes que castigaban con la muerte el pecado. Estas leyes se emplearon sobre todo como herramientas políticas, como fue el caso de los templarios o del asesinato de Eduardo II de Inglaterra, o en situaciones donde peligraba la paz social, como en casos de violaciones o pederastia. En general, la homosexualidad estaba bastante extendida, siendo el elemento clave la discreción. De hecho, por ejemplo, es conocido el caso de Leonardo da Vinci, que fue acusado varias veces de sodomía de forma anónima. En la Florencia de la época, bastaba con depositar una denuncia anónima en un buzón (el «tamburo») para delatar a un sodomita.
«Os notifico, Signori Officiali, de un hecho cierto, a saber, que Jacopo Saltarelli, hermano de Giovanni Saltarelli, vive con este último en la orfebrería de Vacchereccia enfrente del tamburo: viste de negro y tiene unos diecisiete años. Este Jacopo ha sido cómplice en muchos lances viles y consiente en complacer a aquellas personas que le pidan tal iniquidad. Y de este modo ha tenido muchos tratos, es decir, ha servido a varias docenas de personas acerca de las cuales sé muchas cosas y aquí nombraré a unos pocos: Bartolomeo di Pasquino, orfebre, que vive en Vacchereccia; Leonardo di Ser Piero da Vinci, que vive con Verrocchio; Baccino el sastre, que vive por Or San Michele, en esa calle donde hay dos grandes tiendas de tundidores y que conduce a la loggia dei Cierchi; recientemente ha abierto una sastrería; Lionardo Tornabuoni, llamado il teri, viste de negro. Estos cometieron sodomía con el dicho Jacopo, y esto lo atestiguo ante vos[24]».
Leonardo da Vinci fue absuelto a condición de no reincidir en sus aventuras sodomíticas. Después de dos meses, la denuncia fue desestimada cum condizione ut retamburentur, es decir, a condición de que no hubiese nuevas denuncias en el tamburo, y, aunque el 7 de junio se repitió la denuncia, la respuesta fue la misma, probablemente por la ausencia de testigos. La sodomía era teóricamente un delito extremadamente grave, castigado con pena de muerte, pero igual de difícil de probar. También era un delito por el que rara vez se dictaba castigo en la Florencia de esa época, donde la homosexualidad estaba lo suficientemente extendida y tolerada para crear la palabra Florenzer (Florentino) como argot para homosexual en Alemania (una vez más, el sodomita es el vecino). Las falsas denuncias eran muy comunes en ese tiempo, especialmente aquéllas hechas de forma anónima por los enemigos. Este pudo haber sido el caso de Leonardo. En su larga carrera después de salir de Florencia, no tuvo cargos adicionales, e incluso algunos historiadores plantean que, del susto, el pobre Leonardo no volvió a mariconear más en toda su vida, pero esto no está probado.
Y, volviendo a los malos vecinos, es interesante el origen medieval de nuestra palabra bujarrón. Esta palabra nos llegó por el idioma francés, con la palabra bougre que significaba búlgaro, por referencia a una secta medieval herética de Bulgaria, los Bogomiles (bugger en inglés). Como esta secta estaba enfrentada a la Iglesia católica, enseguida fueron acusados de dedicarse a la práctica de la sodomía aunque no hay datos históricos concretos de que tuvieran especial interés por el sexo anal (o al menos no más que el interés que siempre han mostrado por él los dirigentes de la propia Iglesia católica)[25].
Es interesante la observación que hace Boswell sobre la indiferencia hacia el género de los sodomitas a la hora del castigo:
«Unos poquísimos libros penitenciales primitivos gozaron de amplia autoridad y ejercieron duradera influencia. Uno de ellos fue la colección de Reginon de Prüm (m. 915). Su enfoque de la sexualidad y de los pecados sexuales —como el de la mayoría de sus contemporáneos— era indiferente al género de que se tratara. Para Reginon, lo que constituía pecado era el acto, no las partes involucradas: la penitencia por coito anal (tres años) era exactamente la misma para dos varones que para una pareja casada, y no era más severa que la que correspondía a la simple fornicación heterosexual[26]».
En España se encargaban de los castigos los tribunales civiles de las ciudades que, hasta la época de los Reyes Católicos, castigaban con la castración o la lapidación, un castigo que más tarde se modificaría por la quema en la hoguera para los casos más graves[27].
La Inquisición española solo se encargaba de juzgar la sodomía en la Corona de Aragón. En general, lo comentado para Europa es válido para España, con la diferencia de que no fueron las cruzadas sino la percepción de los reinos peninsulares musulmanes lo que llevó a identificar la sodomía con el islamismo y la herejía.
En su conocido texto Gracias y desgracias del ojo del culo, Quevedo hace una descripción bastante sorprendente de los usos del culo, omitiendo completamente toda la represión que, desde hacía siglos, vivían los sodomitas:
«Pero ¿cuándo por el pacífico y virtuoso ojo del culo hubo escándalo en el mundo, inquietud ni guerra? ¿Cuándo, por él, ningún cristiano no aprendió oraciones, anduvo con sinfonías, se arrimó a báculo ni siguió a otro, como se ve cada día por falta de los de la cara que expuestos a toda ventisca e inclemencia, de leer, de fornicar, de una purga, de una sangría, le dejan a un cristiano a buenas noches? Pruébenle al ojo del culo que ha muerto muchachos, caballos, perros, etcétera; que ha marchitado hierbas y flores, como lo hacen los de la cara, mirando lo ponzoñosos que son: por lo que dicen que hay mal de ojo. ¿Cuándo se habrá visto que por ser testigo de vista hayan ahorcado a nadie por él, como por los de la cara, que con decir que lo vieron forman sus calumnias los escribanos? Fuera de que el ojo del culo es uno y tan absoluto su poder, que puede más que los de la cara juntos. ¿Cuándo se ha visto que en las irregularidades se metan con el ojo del culo?».
A pesar de darnos esta visión idílica del culo como un espacio pacífico, donde nunca ha habido preocupación, inquietud ni persecución, cuando escribe la última desgracia del ojo del culo, nos muestra la cruda verdad:
«Finalmente, tan desgraciado es el culo que siendo así que todos los miembros del cuerpo se han holgado y huelgan muchas veces, los ojos de la cara gozando de lo hermoso, las narices de los buenos olores, la boca de lo bien sazonado y besando lo que ama, la lengua retozando entre los dientes, deleitándose con el reír, conversar y con ser pródiga y una vez que quiso holgar el pobre culo le quemaron».
Suponemos que la «quema» de la que habla Quevedo es precisamente la de los sodomitas de su época, lo cual contradice la visión idílica del culo que da al comienzo de su texto. El propio Quevedo menciona a los bujarrones y el culo en un insultante poema contra Góngora:
CONTRA DON LUIS DE GÓNGORA Y SU POESÍA
Este cíclope, no sicilïano,
del microcosmo sí, orbe postrero;
esta antípoda faz, cuyo hemisferio
zona divide en término italiano;
este círculo vivo en todo plano;
este que, siendo solamente cero,
le multiplica y parte por entero
todo buen abaquista veneciano;
el minoculo sí, mas ciego vulto;
el resquicio barbado de melenas;
esta cima del vicio y del insulto;
este, en quien hoy los pedos son sirenas,
este es el culo, en Góngora y en culto,
que un bujarrón le conociera apenas.
Las leyes contra la sodomía se mantuvieron en los países europeos y, en general, en las naciones occidentales hasta los siglos XIX y XX. En Francia, las leyes contra la sodomía fueron anuladas durante la Revolución Francesa. En Inglaterra, Enrique VIII introdujo la Buggery Act en 1533, que castigaba la sodomía (llamada buggery, ya hemos visto su origen en «el otro», el búlgaro en este caso) con la horca. La ley no fue eliminada hasta 1861. En Alemania, el párrafo 175 no fue completamente abolido hasta 1994[28].