2. LOS ANALES DE LA HISTORIA
HISTORIA DE LOS ANALES

El obturador y mi ano se abren con una sincronía casi perfecta. Penetran profundo hasta hacerme estallar.

PIERRE MOLINIER

En este capítulo vamos a exponer algunas referencias históricas a la analidad, la sodomía y sus diferentes valoraciones en función de las épocas, culturas, religiones y contextos. No se trata aquí de trazar un estudio exhaustivo antropológico sobre esta cuestión, sino solo de aportar ciertas reflexiones que nos permitan conocer algunos antecedentes de los anales de la historia.

En el principio era el ano. Ano significa anillo, del latín, anus, y este del proto-indoeuropeo (ano: anillo).

Tiene gracia que el anillo se use como símbolo de la pareja casada. En realidad ano significa anillo, así que, sin saberlo, las parejas consagran su amor con el gesto de meter un dedo en el culo, un anillo en el dedo anular (o anal). O el gesto de meter un ano en el dedo. Ya sabemos que el matrimonio, e incluso el amor, son rituales de posesión. Así que este primer gesto nos recuerda el vínculo entre el culo y el poder.

Vamos a ver en este capítulo cómo se han controlado los esfínteres a lo largo de la historia. Veremos esfinges apostadas en las entradas de las ciudades, en lo alto de las camas, en las playas y en los puertos, vigilando la apertura o el cierre de esfínteres de distintos pueblos y épocas, proponiendo enigmas que solo se podrán resolver con una mayor apertura mental, o anal.

Dicen que los turcos cuando se pelean se suelen dar navajazos en el culo. ¿Es por no matarse? ¿Es una forma desplazada de penetración? ¿Es por que quien los recibe tiene que explicar por qué dio la espalda? En las guerras, tras las batallas, los muertos que tenían heridas en la espalda no eran enterrados con honores ya que las heridas en esa parte querían decir que habían huido y que los habían matado por detrás. Hay numerosas tradiciones que condenan la posibilidad del acceso al cuerpo «por detrás» incluso para morir. Metafóricamente la espalda es el culo, aunque hay quien llame al culo allí donde la espalda pierde su nombre.

Siguiendo, tangencialmente, con los turcos, Vlad el Empalador, personaje en el que se basó Stoker para escribir Drácula, aparte de otras aficiones sanguinarias, solía empalar a sus «enemigos». El empalamiento, el bueno, el fetén, consistía en meter una estaca por el culo, y/o vagina, y sacarla por el cuello, sin tocar órganos vitales para aumentar la agonía… También había un instrumento de tortura de la Inquisición que era una especie de pirámide que metían por el culo al presunto infiel o hereje.

Lo interesante del culo es que siempre es el «del otro», del extranjero. En la tradición europea, y sobre todo la española, eso del culo es cosa de moros. Para los árabes, somos los europeos los que vamos allí pidiendo ser enculados. Para muchos pueblos europeos, «un griego» es una penetración anal. Para los invasores españoles de América, los indios americanos eran una panda de pecadores porque practicaban sexo anal de forma cotidiana. Siempre es el del pueblo de al lado el que practica la sodomía, nunca es algo propio de tu «nación» o de tu cultura. En la Edad Media, se castigaba la sodomía por ser algo propio de los infieles, de los pueblos musulmanes.