Capítulo 7: Situaciones y patologías relacionadas

1. Patologías psiquiátricas: enfermedades mentales, trastornos de la personalidad.

2. Estrés de la vida cotidiana.

3. Aprendizaje vinculado a otras situaciones no sexuales.

4. Cuando faltan las bases.

5. Algunos rasgos de personalidad.

6. Cuestión de afecto.

7. El papel de la religión.

8. Heridas y memorias.

Anexo 1. Características de algunos Trastornos de Ansiedad.

Anexo 2. Características del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.

Diversos factores pueden dificultar que los pacientes no consulten a los profesionales, que se realice un buen diagnóstico y que se diseñe el adecuado tratamiento de la hipersexualidad, por lo que se perpetuaría el problema.83

Unos factores pueden radicar en el profesional, que considere de forma errónea que esta sintomatología es poco frecuente, que el diagnóstico es muy cuestionable, que se deje llevar por el mito de que «en sexo todo vale», que no realice la historia clínica completa por falta de tiempo u otras circunstancias o que evite preguntar por la sexualidad al considerarlo un tema tabú o sin relevancia clínica.84

Otros factores que lo dificulten pueden darse en el paciente, quien puede no relatar los síntomas por sentimientos de culpa, vergüenza, frustración o por la estigmatización moral y sociocultural que pudiera ocasionarse.85 Es frecuente que consulten primero por otros comportamientos que se están dando a la vez y que son más aceptados socialmente como problemas con la comida, tóxicos o ira.86

Es más habitual que cuando las relaciones sexuales no tienen connotaciones afectivas o de ternura, el potencial adictivo sea mayor.87 Respecto al origen, causas y desarrollo de la mayoría de estudios cabe decir que son descriptivos e incompletos, sin grupo control comparativo, por lo que los hallazgos resultantes han de ser tomados con precaución. Es necesario llevar a cabo más investigaciones longitudinales para determinar la naturaleza multifactorial de este trastorno: qué patologías psiquiátricas influyen, si es un mecanismo de autorregulación emocional, una reacción postraumática u otros factores psicológicos, evolutivos o biológicos que pueden estar influyendo.88

En la Tabla 1 enumeramos, de forma no exhaustiva, algunas situaciones que pueden ser la raíz de la conducta, estar relacionadas, ser factores desencadenantes o que perpetúan el comportamiento que se desea evitar. Pueden ser únicos o darse varios a la vez.

Tabla 1. Posibles factores relacionados con la conducta hipersexual.89

1. Patologías psiquiátricas: enfermedades mentales, trastornos de la personalidad.

2. Estrés y tensión de la vida cotidiana.

3. Cansancio, no tener ocupaciones de disfrute, no saber descansar, no tener aficiones.

4. Aprendizaje vinculado a otras situaciones no sexuales.

5. Desarrollo de hábitos perjudiciales.

6. Ausencia de formación y educación sexual.

7. Mala educación sexual: prohibitiva, libertina, descontrolada, sentimental.

8. Dificultades en las relaciones interpersonales.

9. Alteración en el control de los impulsos.

10. Abusos en la infancia: sexuales, físicos, psicológicos, abandono afectivo.

11. Falta de conocimiento personal.

12. Subdesarrollo de competencias en la integración de la sexualidad.

13. Inmadurez de la personalidad.

14. Dificultades relación de pareja/matrimoniales.

15. Hechos traumáticos: violaciones, exposición temprana a la sexualidad.

16. Intento de lucha ascético-místico-espiritual sin «bases humanas».

17. Alienación con una institución/sistema.

18. Identidad no configurada: necesidad de autoafirmación.

19. Indefensión aprendida: desesperanza, «no puedo cambiar haga lo que haga».

20. Crisis vital, cambio de estado familiar, edad, dificultades laborales o sociales.

21. Temperamento de características adictivas.

22. Afectividad desordenada, mal educada o con necesidades especiales.

23. Falta de enraizamiento familiar: relaciones de apego inseguro o evitativo.

24. Celibato no entendido ni integrado.

1. Patologías psiquiátricas: enfermedades mentales, trastornos de la personalidad

Se ha observado que en las personas con conductas hipersexuales hasta el 75% presentaba alguna enfermedad mental de menor o mayor gravedad.90 Las más habituales son:

a) Trastornos del estado de ánimo: En algunas de las muestras estudiadas, hasta el 75% de las patologías recogidas eran trastornos del estado del ánimo. En las personas con Trastorno Bipolar en fase de manía se produce un estado de ánimo elevado, expansivo y persistentemente eufórico. La autoestima es exagerada y hay una disminución importante de la necesidad de horas de sueño para estar descansado. Estas personas aumentan sus actividades sociales, laborales, en el estudio o sexuales pudiendo tener consecuencias graves (compras irrefrenables, indiscreciones sexuales, inversiones alocadas, etc.). Están mucho más habladoras que habitualmente y este conjunto de síntomas —no tiene por qué darse todos— produce un deterioro sociolaboral, de las relaciones interpersonales y puede necesitar hospitalización.

Los estados de ánimo disminuidos que se presentan en los episodios depresivos, en la Distimia, o en el Trastorno Depresivo Recurrente puede ser un estado emocional en el que nos encontramos vitalmente apagados. Hay pérdida de interés o de la capacidad para experimentar placer, alteraciones del humor, tristeza, baja autoestima, pensamientos negativos y sentimientos de inutilidad o culpa excesivos. Suele acompañarse de insomnio o hipersomnia (exceso se sueño), agitación o enlentecimiento, disminución o aumento de peso, dificultad para concentrarse y pensamientos recurrentes de muerte.

Puede variar de intensidad entre leve, moderada y grave, según el número de síntomas que se presenten y las limitaciones en el desarrollo de las actividades cotidianas que generen.

Los trastornos del estado de ánimo constituyen la principal causa de discapacidad entre los trastornos mentales, destacando la depresión mayor, que ocupa el cuarto lugar en cuanto a causas de discapacidad y se prevé que para el 2020 pase a ser la segunda causa. Se puede considerar también que acudir al sexo en los estados de ánimo bajo, sería una manera de buscar una estimulación positiva, una forma de «autotratamiento».

b) Trastornos de Ansiedad: Las distintas expresiones de ansiedad tienen una raíz común que puede generar diferentes problemas como la ansiedad generalizada, los ataques de pánico, las fobias específicas, las fobias sociales y la agorafobia. De la misma raíz de ansiedad pueden generarse otras patologías, que no son propias del análisis de este libro, como el Trastorno Obsesivo Compulsivo que se comentará más adelante, el Trastorno por Estrés agudo y el Trastorno por Estrés Postraumático, que requieren una atención clínica específica y diferente de la que se emplea para la ansiedad.

Según diferentes estudios, las personas con hipersexualidad presentan también problemas de ansiedad con una frecuencia entre el 40 y el 75 %, especialmente con Fobia Social y Ansiedad Generalizada. En el Anexo 1 se explican algunas características de estas enfermedades.

c) Trastorno por Abuso de Sustancias: De acuerdo con los criterios que proponía el borrador de la DSM-5, el consumo de una sustancia tóxica excluiría el diagnóstico de Trastorno Hipersexual porque probablemente sería secundario a esta. No obstante, hasta un 40% de las personas con conductas sexuales fuera de control presentan consumo perjudicial o dependencia de alguna sustancia, principalmente alcohol o cannabis.91 También de sustancias psicoactivas como el popper empleado explícitamente con este fin.92

d) Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): En los distintos estudios sobre conducta sexual fuera de control en torno a un 17-19% presenta TDAH. Sí, los adultos también pueden presentar TDAH.

Dicen que se ha puesto de moda que los niños tengan Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Poner de moda una enfermedad sería algo realmente estúpido. Seguramente el niño hiperactivo, sus padres, profesores y amigos digan: «Bendita moda que ha servido para saber lo que pasaba y ayudarle». Algunos te preguntan: «¿Y dónde estaban antes los niños hiperactivos? En mi época nadie tomaba pastillas en el cole ni recibía terapias». Efectivamente, no tomaban pastillas ni iban al psicólogo, pero estaban ahí.

Algunos sufrían fracaso escolar, otros se enganchaban a las drogas, eran unos marginados o calificados de psicópatas y los menos, con apoyo familiar y escolar iban saliendo adelante a duras penas. «Todos los adultos fueron niños alguna vez, pero pocos lo recuerdan.»93 Esos niños ahora son adultos y es probable que sigan teniendo TDAH, su persistencia en la edad adulta en un número no despreciable de casos ha quedado demostrada por diferentes estudios. Se estima que entre el 1 y el 5% de la población general adulta podría padecer un TDAH de diferente intensidad.

Parece como si fuera un insulto. Lo habitual es que el adulto se alegre de encontrar solución a tantas dificultades con las que lleva bregando sin éxito muchos años. Me decía un joven periodista: «es genial, ahora cuando trabajo, trabajo… ya no estoy marcando goles desde el medio del campo o matando terroristas en inhóspitas cuevas de Libia». En el Anexo 2 pueden leerse una descripción más detallada de los síntomas de TDAH en el adulto.

e) Trastorno del Control de los Impulsos: En este trastorno la sintomatología esencial consiste en que no se consigue resistir el impulso o intenso deseo de llevar a cabo algún acto. El sujeto presenta una sensación creciente de tensión o activación antes de llevarlo a cabo. Una vez realizado el acto se siente relajado, con placer y gratificación, aunque también puede haber sentimientos de pena, culpa, vergüenza o hacerse reproches.94

Como se puede apreciar, esta descripción es muy coherente con las sensaciones que presentan algunos sujetos respecto a la conducta sexual y se han recogido trastornos de este tipo en los diferentes estudios, entre el 7 y el 17%.

Son trastornos de este tipo: el Trastorno Explosivo Intermitente con pérdida de control de impulsos agresivos, dando lugar a actos violentos, graves, con agresividad desproporcionada al motivo desencadenante; la Cleptomanía en el que el impulso lleva a robar objetos que ni son necesarios para el uso personal ni tienen un valor económico alto. De hecho esos objetos suelen ser luego abandonados, regalados, escondidos u olvidados; la Ludopatía que hace que la persona se haga daño a sí misma o a sus intereses o a los familiares o laborales, al dedicar al juego de azar un tiempo y dinero que superan sus posibilidades, generan deudas y problemas en las relaciones personales.

f) Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC): Según los estudios descriptivos realizados el TOC puede estar presente hasta en el 11% de las personas con una conducta sexual fuera de control. Se postulaba la posibilidad de incluir en la DSM-5 el Trastorno Hipersexual como un subtipo de TOC, de acuerdo a la presencia de pensamientos obsesivos, impulsos obsesivos y compulsiones que se acompañan de rituales, que presentan algunas personas con hipersexualidad, como se explicó en el capítulo 3.

Sin embargo no todos los que presentan hipersexualidad presentan síntomas obsesivos, ni los síntomas obsesivos que presentan las personas con hipersexualidad son siempre de contenido sexual. Es notable que en el obsesivo, seguir el ritual es algo en parte angustioso y la relajación se produce gracias a realizar la conducta, pero no por el placer de realizarla,95 lo que lo diferenciaría del placer sexual de la conducta hipersexual.

g) Trastornos de la Personalidad (TP): También suelen estar presentes los TP hasta en un 44-46%. De acuerdo con la Clasificación Internacional de Enfermedades, en su décima edición (CIE 10), de la Organización Mundial de la Salud, los TP «son alteraciones severas de la personalidad y de las tendencias comportamentales del individuo, que no son consecuencia directa de una enfermedad, daño o alguna otra alteración de cerebro, o de una enfermedad psiquiátrica. Normalmente abarcan diversas áreas de la personalidad y casi siempre van asociadas con una tensión subjetiva y dificultades de adaptación social. Suelen estar presentes desde la infancia o la adolescencia y persisten en la vida adulta».96

Debido a estas características, los individuos que padecen un TP, con frecuencia y en mayor o menor medida según el tipo específico de TP que presenten, poseen pocas estrategias y no son capaces de desarrollar de manera espontánea conductas alternativas que les faciliten adaptarse a las circunstancias.97 Presentan graves dificultades para desarrollar un funcionamiento vital armónico, debido a la carencia de habilidades para cambiar las conductas patológicas, que se mantienen, retroalimentan y hacen que se perpetúe la sintomatología. Esto se pone de manifiesto especialmente en contextos interpersonales, aunque también en otras áreas de la vida del paciente (laboral, afectiva, familiar, identidad personal y otros).98

La presencia de los TP en la hipersexualidad es variable: los del Clúster A (Esquizoide, Paranoide, Esquizotípico) en un 15-20%, los del Clúster B (Histriónico, Narcisista, Límite, Antisocial) en un 20-29% y los del Clúster C (Anancástico (Obsesivo-Compulsivo), Evitativo, Dependiente) en un 24-39%. Según algunos autores los rasgos antisociales serían más frecuentes en varones, y los rasgos dependientes, inestables e histéricos en mujeres con estos problemas.99

2. Estrés de la vida cotidiana

El día a día tiene multitud de factores que pueden estar incidiendo en el desarrollo y mantenimiento de las conductas sexuales fuera de control. El estrés y la tensión de la vida cotidiana pueden potenciar que el cuerpo pida descanso, paz, sosiego o relax y una posible vía para conseguirlo es la sexualidad.

En muchas ocasiones, cuando pregunto a personas adultas por sus aficiones o por cómo descansan, me miran como si fuera una marciano recién aterrizado en misión de exploración de la tierra y anduviera preguntando por actividades que sólo se pueden llevar a cabo en otros países fuera de la Vía Láctea.

El cansancio acumulado cada día, no tener ocupaciones de disfrute, no saber descansar o no tener aficiones, son elementos que ayudan a que el sexo ocupe su terreno porque ve que la casa del descanso y del disfrute está abandonada y no tiene recato a la hora de romper los cerrojos y «okuparlas».

Para descansar o tener aficiones no es necesario hacer cosas raras ni tener mucho dinero. Cada uno tendrá las suyas y puede bastar con pasear, leer, cuidar de un canario, el cine de autor, hablar con los amigos, asistir a exposiciones, escuchar programas de radio o pintar, lo que sea, pero que cada día tenga unos minutillos para reponerme, para mirar la vida con otros ojos y buscar el modo de dormir las horas necesarias, cuidar el orden en la alimentación y hacer un poco de ejercicio físico.

3. Aprendizaje vinculado a otras situaciones no sexuales

Puede que la persona que tiene problemas en controlar sus conductas sexuales perciba que son muchas las situaciones que activan el gatillo de la metralleta sexual y no son necesariamente actividades explícitamente sexuales pero por vivencias y experiencias previas, se han quedado vinculadas al desarrollo de estas conductas.

Pueden ser circunstancias ambientales en las que han ocurrido antes estas conductas, de forma que se genera un refuerzo positivo de condicionamiento clásico.100 Pueden ser estímulos que lo favorecen como estar solo, estar en el ordenador, hablar por teléfono a determinada hora, conectarse a internet por la noche, estar en vestuarios, ir a la playa, no poder dormirse, ver fotos normales de una actriz determinada o estímulos no sexuales de cualquier tipo, en fin, tan variados como las experiencias de cada uno.

También puede ocurrir que inicialmente durante la infancia y adolescencia se desarrolle fácilmente la tendencia a emplear la masturbación como estrategia de regulación emocional, quedando asociada como estímulo condicionado. Posteriormente esas emociones son el gatillo que activa la conducta sexual fuera de control pues la masturbación promueve, de modo condicionado, otras actividades sexuales.101

4. Cuando faltan las bases

Como hemos visto en el capítulo 3 puede haberse generado la conducta por el desarrollo de hábitos perjudiciales sin que exista ninguna patología específica. En un congreso presentaron el caso de un niño de cinco años que había sido descubierto por sus padres intentando sodomizar a su hermana de tres. Alarmados lo llevaron a que fuera evaluado por especialistas. Los profesionales también se alarmaron, hicieron todo tipo de pruebas, exploraciones, sospecharon de los padres, hicieron sus indagaciones y al final todo se resumía en que ¡el niño tenía televisión en su cuarto! Había visto que era un juego que salía en la tele y parecía que los que lo enseñaban se divertían mucho.

Así que a veces no hay que buscar patologías asociadas ni rarezas, sino que puede haber ausencia de formación y educación sexual o que haya estado mal orientada. Cuando la educación de la sexualidad se realiza de forma prohibitiva y restringida con tintes represivos, puede promover una hipersensibilidad condicionada por el miedo y la hiperexcitación. En el extremo contrario, cuando es libertina y descontrolada con el lema del todo vale y la identificación de sexo con amor, se facilita la confusión en las relaciones personales y sentimentales, con delegación de la batuta directiva a las emociones y lo que se siente, sin emplear el sentido práctico de la existencia, el aprendizaje de la demora de la recompensa o la importancia de los límites y el saber decir no.

5. Algunos rasgos de personalidad

Las personas con tendencia a las conductas sexuales fuera de control pueden tener características de un temperamento adictivo. Diferentes estudios han encontrado que las personas con un comportamiento hipersexual presentan mayor tendencia a mostrar alteración en el control de los impulsos, rasgos de perfeccionismo como la preocupación por los errores y un duro y áspero sentido crítico con uno mismo;102 dificultades para identificar sentimientos; vulnerabilidad al estrés; problemas para regular sus afectos;103 tendencia al estrés y al aburrimiento, desregulación emocional, baja autodisciplina, mayor ansiedad, más dificultades para tolerar la frustración;104 tendencia a proyectar su vergüenza en otros105 y más rasgos neuróticos.106

Estos rasgos dificultarían la madurez de la personalidad, el conocimiento de uno mismo, el desarrollo de una identidad personal coherente y la puesta en marcha de estrategias adecuadas en el afrontamiento de circunstancias estresantes que facilitarían la sensación de fracaso continuo y de impotencia porque siempre va a fallar, «no puedo cambiar haga lo que haga».

También hay estudios que no encuentran un perfil adictivo en las personas con hipersexualidad y que los perfiles de personalidad son muy variados y no se ajustan a ningún parámetro específico que «cataloguen» a estos sujetos en una determinada manera de ser.107

6. Cuestión de afecto

El apego es una forma de comportamiento desarrollada principalmente durante la primera infancia, resultante de tener y mantener una proximidad con otra persona, con la que se identifica claramente y de la mejor manera posible, habitualmente la madre. Esta identificación permite al niño adquirir una seguridad y un vínculo que le ayuda a explorar y autoconstruirse como persona.

En las personas con hipersexualidad se ha encontrado que sus relaciones de apego son de tipo inseguro108 o evitativo.109 Esto puede generar una afectividad desordenada, mal educada o con necesidades especiales. Dicho de una manera menos científica por un paciente: «Porque estoy íntimamente persuadido de que el centro de mi problema no son los testículos, sino el corazón.»

Esto puede generar dificultades en las relaciones interpersonales, ausencia de enraizamiento familiar y dificultades en la relación de pareja/matrimoniales. La sexualidad sería un modo de evitar el miedo a ser abandonado o de afrontar las relaciones y compensar la inseguridad.

7. El papel de la religión

En un estudio que comentaremos posteriormente110 se observó que un factor protector frente al desarrollo de conductas hipersexuales y prácticas sexuales de riesgo era la presencia de profundas creencias religiosas. Algunos autores defienden que es la moral restrictiva de algunas religiones la que hace que el individuo considere que su conducta sexual está fuera de control al compararla con la «normativa» de la religión que se viva. Por eso el terapeuta deberá saber discriminar en qué medida esto es así o realmente hay una conducta hipersexual.

No obstante, otro estudio que comparaba grupos con y sin conducta sexual fuera de control, no encontró diferencias respecto a la práctica de la religión ni a que las personas más religiosas realizaran juicios morales más duros respecto a su conducta sexual.111 Seguramente no sea tanto la moral en sí misma sino cómo la entiende e incorpora el sujeto de acuerdo con sus rasgos de personalidad y sus estrategias de afrontamiento e integración.

Puede ocurrir que personas que eligen vivir en celibato, no entendido ni integrado, tengan muchas dificultades para vivir adecuadamente la sexualidad. Sin embargo no es el celibato en sí lo que causa los problemas, sino la inmadurez de la persona y la falta de integración.112 Necesitarán una formación específica para la integración de la sexualidad en su proyecto de vida, además de la formación básica de cualquier otra persona en el ámbito de la sexualidad.

Un sacerdote, tras atender personalmente a cientos de personas con problemas de adicción sexual, ha escrito un libro, con abundantes ejemplos, explicaciones e ideas para la sanación, que puede ayudar a todas aquellas personas que quieran entender y afrontar su recuperación desde una perspectiva espiritual, «La trampa rota».113

8. Heridas y memorias

Desgraciadamente con frecuencia encontramos en las personas con hipersexualidad episodios de abusos en la infancia.114 A veces son episodios aislados pero muy duros, otras pequeños detalles que repetidos generan un «politraumatismo emocional».

Pueden ser directamente sexuales,115 físicos, psicológicos o de abandono afectivo explícito o tácito, sin cuidado personal, pero que pueden generar en la persona sensación de que no merece ser amada, ni cuidada, que el papel que a ella le corresponde es el de someterse o ser maltratada. Pueden asociarse eventos emocionales a sensaciones corporales que quedan marcadas en la memoria corporal,116 así cuando se activa esa memoria se activa la sexualidad, cuando «debería» activarse otro tipo de respuesta emocional.

La presencia de abusos, insultos, maltrato, agresiones, burlas puede facilitar el aprendizaje de que el cuerpo no es bueno, y el hecho de ser víctima de abusos sexuales en la infancia aumenta la probabilidad de desarrollar conductas sexuales compulsivas y de riesgo, como exponerse a relaciones con desconocidos en las que pueden volver a ser re-victimizadas y también desarrollar una adicción sexual.

Puede que haya habido hechos traumáticos que han dejado heridas en la persona y en su modo de entender los afectos y su relación con la sexualidad. No tienen que ser hechos objetivamente traumáticos, pero sí que hayan sido vividos por la persona de forma dañina. Estos pueden ser muy variados como la exposición temprana a la sexualidad, tener relaciones antes de los 18 años, ver a sus padres tener relaciones, ver imágenes en la televisión, revistas o internet o haber jugado con hermanos/amigos sin saber bien qué se estaba haciendo y qué significado tenía.

En un estudio117 con 1502 mujeres encontraron que los predictores más potentes de hipersexualidad y conductas sexuales de riesgo fueron: la frecuencia de la masturbación, las costumbres nudistas en el domicilio familiar, haber tenido experiencias sexuales voluntarias con otra mujer, el número de parejas sexuales masculinas y que su madre no le explicara el sexo como algo saludable y le diera formación en este sentido. Uno de los factores protectores era haber tenido cerca y con confianza a su madre durante la época del colegio.

Como hemos visto anteriormente el desarrollo de las relaciones de afecto es un gran apoyo para el desarrollo armónico de la personalidad. Por tanto, cuando la persona vive sus primeros años en familias disfuncionales con padres excesivamente autoritarios, caos en la dinámica familiar, con invalidación de los sentimientos o poca expresividad de las emociones, se facilita el desarrollo de relaciones de apego inseguro o evitativo.

También en la relación con la madre cuando actúa con sobreprotección, inseguridad o evitación pueden desarrollar relaciones de apego inseguro que faciliten posteriormente el desarrollo de conductas hipersexuales como compensación118 y que además promuevan posteriores relaciones interpersonales dañinas con noviazgos perniciosos o desprecio por parte de otros.

En ocasiones, momentos de crisis vital como cambios de estado familiar, edad o dificultades laborales o sociales pueden fomentar estas conductas, como relata Irene Nemerovsky en su novela Jezabel:

La fecha de su cincuenta cumpleaños, el día que hubiera oído a todas horas: «tienes cincuenta años Gladys, tú, que ayer mismo… Hoy has alcanzado el medio siglo nada menos, ya nunca recuperarás esta juventud»… fue el día que visitó por primera vez una casa de citas. Desde entonces, cuando la melancolía le resultaba demasiado amarga, cuando las dudas sobre sí misma la torturaban, iba allí a pasar una hora.

¿Y si me reconocen? Pensaba, pero soy libre… Además ¿Qué van a decir? ¿Qué soy una viciosa? ¡Sí, viciosa, loca perdida, pero no vieja, no incapaz de inspirar deseo, no esa abominación, ese horror!

Anexo 1. Características de algunos Trastornos de Ansiedad

Ansiedad Generalizada

En la Ansiedad Generalizada los síntomas producen un estado de ansiedad constante y persistente, que no se asocia con ninguna situación determinada. Es como si tuviera una «ansiedad libre flotante» en cualquier circunstancia de la vida diaria, con preocupación y aprensión excesiva sobre los acontecimientos y problemas, durante por los menos 6 meses, casi todos los días. Es difícil de controlar, puede incrementarse ante circunstancias estresantes, suele generar un gran malestar y como consecuencia se producen alteraciones laborales, familiares o sociales.

Al que lo padece le cuesta y le resulta difícil controlar este estado que además se acompañará de algunos síntomas como inquietud, impaciencia, cansancio, dificultad para concentrarse, irritabilidad, facilidad para enfadarse y que le molesten cosas pequeñas, tensión muscular que se puede expresar como contracturas musculares de la espalda, el cuello o la mandíbula (bruxismo), alteraciones del sueño como tardar mucho en dormirse, tener despertares o que el sueño no sea reparador.

También puede acompañarse de otros síntomas como notar que el corazón late muy rápido o muy fuerte, dolores de cabeza, visión borrosa o dificultad para enfocar, zumbidos en los oídos, dificultad para tragar, sensación de que falta aire o de que no se puede respirar bien, suspiros, exceso de sudoración, temblor, sensación de opresión en el pecho, molestias en el estómago como sensación de nudo o de estómago vacío, alternancia de diarrea y estreñimiento, sensación de mareo como inestabilidad o si se fuera a caer o como si el suelo se moviera, sensaciones de miedo (a volverse loco, a morir, a perder el conocimiento u otros), alternancia de calor y frío con sofocos o escalofríos, hormigueos, sensación de peso en las piernas y en los brazos. Para saber que tenemos Ansiedad Generalizada no es necesario tener todos estos síntomas. Lo habitual es que estas personas presenten unos cuantos, al menos cuatro.

Fobias

Cuando se desencadena por situaciones específicas se da lo que llamamos Fobias. Ante un objeto específico, como animales, tormentas u otros (Fobia Específica). Ante situaciones sociales como hablar, comer u otras en público (Fobia Social). En situaciones en las que escapar pudiera resultar difícil (Agorafobia).

En la Fobia Social, el desencadenante de la ansiedad es el miedo a ser evaluado por otras personas, a ser el foco de atención o a hacer el ridículo o quedar mal ante personas, por tanto se suelen evitar estas situaciones sociales. Así, en el plano cognitivo predomina el miedo a la desaprobación por parte de los demás o a una evaluación negativa, en el plano conductual las acciones para evitar esas situaciones, aislarse o incluso huir de ellas.

Cuando se exponen a estas situaciones como hablar en público, comer en un sitio con más personas, encontrarse con gente conocida en un lugar público, estar en una fiesta, una reunión de trabajo y actividades en grupo, dirigirse a alguien con mayor autoridad, hablar por teléfono delante de otros, se generan síntomas de ansiedad que suelen expresarse con evitación de la mirada, ruborización y puede aparecer miedo a vomitar o necesidad de orinar o defecar.

Además se puede acompañar de otros síntomas somáticos de ansiedad como los referidos en otras formas de ansiedad —a veces hasta producir una crisis de ansiedad— y de pensamientos que se atribuyen a uno mismo como incapacidad, sensación de vergüenza, de estar haciendo el ridículo y susceptibilidad. Todo esto es reconocido por la persona como excesivo e irracional y que le genera dificultades y problemas.

Anexo 2. Características del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

En el TDAH se pueden dar síntomas sólo de hiperactividad-impulsividad, sólo de inatención, o una combinación de ambos (ver resumen en Tabla 2). Los adultos con TDAH suelen tener un estilo de vida caótico, con importante inatención, dificultad de concentración, inquietud, dificultad para estar quietos, labilidad emocional, impulsividad y dificultades para organizar sus tareas, su tiempo y su agenda.

El diagnóstico119 se realiza a través de una entrevista con un médico psiquiatra o con un psicólogo clínico que hará una historia clínica, empleará algunas escalas y test específicos que ayudan a conocer mejor los síntomas y valorará la conveniencia de realizar una exploración neuropsicológica más detallada.

Esta exploración consiste en una serie de pruebas que evalúan «funciones del cerebro» como la inteligencia, la planificación de estrategias, la capacidad de conceptualización, la flexibilidad cognitiva, la memoria, la resolución de problemas, el mantenimiento de la atención y otras.

Podríamos pensar que si ya son adultos, no es necesario hacer nada. El criterio para decidir si tiene interés acudir al médico o no es la interferencia que estos síntomas generan en la vida cotidiana: en el trabajo, en la familia y en las relaciones interpersonales.

Lo bueno de todo esto es que tiene tratamiento. Lo mejor es realizar un plan terapéutico que combine en la proporción necesaria varios aspectos: fármacos, psicoterapia, psicoeducación, rehabilitación de las funciones cognitivas, la actitud personal y el diseño de un entorno (familiar, social, laboral) que promueva la recuperación.

Se emplean fármacos psicoestimulante como el Metilfenidato y no estimulantes, como la Atomoxetina (aunque este no está aun aprobado en Europa para los adultos), pero no es «la pastillita mágica». El que la toma además habrá de esforzarse para poder llevar a cabo las funciones que ahora le facilita la química.

Para que este esfuerzo dé el mayor resultado posible, lo mejor es recibir una psicoeducación que permita aprender todo lo que se pueda sobre el TDAH, evitar las creencias erróneas y las culpas inútiles, que la familia sepa comprender, cómo comportarse y ayudarle.

También ayudará una psicoterapia estructurada que facilite retomar la confianza en las propias capacidades, la observación y conocimiento de sus dificultades, la organización, la solución de problemas y el control de impulsos. Lo habitual es que se requiera un tratamiento más intenso durante una temporada y después se valore la conveniencia de continuar con sesiones y/o medicación de mantenimiento. Ya sea por moda o por buena praxis, ojalá que todas las personas con TDAH puedan ser atendidas y se les ayude a vivir mejor.

Tabla 2. Resumen de los principales síntomas del TDAH.

Son personas que con frecuencia tienen problemas para terminar los detalles finales de un proyecto una vez que las partes más difíciles han sido concluidas, que les cuesta tener las cosas en orden cuando tienen que hacer una tarea que requiere organización, tienen dificultad para recordar reuniones de trabajo u otras obligaciones, cuando tienen una tarea que requiere mucha concentración la evitan o retrasan su inicio, mueven o retuercen sus manos o pies cuando llevan sentados mucho tiempo y frecuentemente se sienten impulsados a hacer cosas, como si les moviera un motor.

La expresión del TDAH en cada persona puede ser diferente y esta hiperactividad motora puede verse en una apariencia nerviosa, le cuesta estar sentado y por ejemplo no termina de ver las películas, no aguanta mucho leyendo el periódico o un libro. A veces es una inquietud expresada con tamborileos, movimientos de pies o de manos, retorcer la postura, levantarse o jugar con algún objeto (llaves, bolígrafo).

La hiperactividad conductual puede manifestarse en la tendencia a pasar de una tarea a otra sin claro propósito. Suelen ser muy habladores y escuchar poco, con tendencia a interrumpir con impaciencia y puede dar la sensación de que no escuchan (o realmente no escuchar).

La impulsividad puede presentarse como tendencia a decir lo primero que llega a la mente, problemas para seguir las normas establecidas, impaciencia o problemas por la impulsividad conductual: accidentes de tráfico, consumo de sustancias como automedicación (nicotina, alcohol, cafeína, cocaína) o conductas adictivas (juego, apuestas, compra, comidas, exceso de actividades, sexo), conductas antisociales o búsqueda frecuente de estimulación intensa.

Las dificultades atencionales se expresarán como incapacidad para recordar las cosas, cumplir las citas, organizarse el tiempo o dificultades en la concentración. Se distrae fácilmente con ruidos o actividades alrededor, con problemas para enfocar la atención, tendencia a desconectar, ser olvidadizos, extraviar objetos (llaves, bolso), cometer excesivos errores en el trabajo o tendencia a llevar a cabo varias tareas a la vez con problemas para continuar y terminarlas.

Le cuesta relajarse y estar tranquilo cuando tiene tiempo para él y puede presentar variaciones entre la sensación «de bajón» y una ligera euforia. Tantas dificultades durante tantos años pueden facilitar un sentimiento de inseguridad, con baja autoestima y la sensación de que no son capaces, con baja tolerancia a la frustración, sentimiento de fracaso o de que no llegan a los objetivos.

83. Reid, R.C., Carpenter, B.N., Hook, J.N., Garos, S., Manning, J.C., Gilliland, R., et al. Op. cit. Kaplan, M.S., Krueger, R.B. «Diagnosis, assessment…» Op. cit.

84. Chiclana, C. «Hipersexualidad, Trastorno Hipersexual…» Op. cit.

85. Reid, R.C., Carpenter, B.N., Hook, J.N., Garos, S., Manning, J.C., Gilliland, R., et al. Op. cit. Kaplan, M.S., Krueger, R.B. «Diagnosis, assessment…» Op. cit. Marshall, L.E., Marshal, W.L., Moulden, H.M., Serran, G.A.. Op. cit. Halpern, A.L. «The proposed diagnosis of hypersexual…» Op. cit. Kuzma, J.M., Black, D.W. «Epidemiology, prevalence, and Natural History…» Op. cit.

86. Kuzma, J.M., Black, D.W. «Epidemiology, prevalence…» Op. cit.

87. Echeburúa, E. «¿Existe realmente la adicción al sexo?» Op. cit.

88. Frías Ibáñez, A., Vázquez Costa, M. «Hipersexualidad primaria: estatus nosológico, etiopatogenia y tratamiento.» Rev Psiquiatr Salud Ment 5 (Barc. 2012): 205-207.

89. Chiclana, C. «Hipersexualidad: síntoma…» Op. cit.

90. Chiclana, C. Ibídem. Reid, R.C., Garos, S., Carpenter, B.N., Coleman, E. «A surprising finding related…» Op. cit. Kafka, M.P. «Hypersexual Disorder…» Op. cit. Raymond, N.C., Coleman, E., Miner, M.H. «Psychiatric Comorbidity and Compulsive/Impulsive Traits in Compulsive Sexual Behavior.» Compr Psychiatr 44,5 (September/October 2003): 370-380.

91. Kafka, M.P. «Hypersexual disorder…» Op. cit.

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